Hígado graso: ¿por qué la dieta mediterránea es la más eficaz? Y ¿cómo prevenir complicaciones?
Afecta a 1 de cada 3 argentinos, muchas veces sin síntomas. Alimentación, actividad física y estudios preventivos son claves para evitar que avance hacia cirrosis o cáncer.
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El hígado graso es una condición silenciosa que afecta a millones de personas en el mundo. En Argentina, se estima que 1 de cada 3 personas sufre esta afección, que muchas veces se detecta por casualidad en estudios de rutina. Según el cardiólogo Jorge Tartaglione, el problema “no da síntomas” y puede derivar en cirrosis, fibrosis o cáncer de hígado si no se trata a tiempo.
Uno de los pilares del tratamiento es la dieta mediterránea, reconocida por sus múltiples beneficios para la salud hepática y cardiovascular.

¿Por qué la dieta mediterránea es la más eficaz?
La dieta mediterránea aporta nutrientes fundamentales que ayudan a prevenir y revertir el hígado graso no alcohólico:
- Antioxidantes y fibra: presentes en frutas, verduras, legumbres y semillas.
- Cereales integrales: fuente de energía con bajo índice glucémico.
- Omega 3: a través del pescado, fundamental para reducir la inflamación.
- Bajo contenido de azúcares refinados y grasas saturadas.
- Aceite de oliva: de uso diario, preferentemente en crudo para conservar sus propiedades.
También se recomienda evitar el alcohol y las bebidas azucaradas, y moderar el consumo de carnes rojas.
Hábitos saludables para revertir el hígado graso
- Consumir aceite de oliva todos los días, preferentemente en ensaladas.
- Aumentar el consumo de pescado: mínimo 1 a 2 veces por semana.
- Incorporar frutas y verduras a diario hasta alcanzar 5 porciones diarias.
- Sumar legumbres como lentejas, garbanzos o porotos, combinándolos con cereales para asegurar proteínas de calidad.
- Elegir lácteos descremados y bajos en grasa.
- Agregar frutos secos: fuente de grasas saludables cardioprotectoras.
“El hígado graso es una señal de alerta para el corazón. Si tengo un paciente de 40 años con esta afección, ya tengo que pensar en el riesgo cardiovascular a futuro”, advirtió Tartaglione en LN+.

Diagnóstico precoz: los dos estudios clave
Debido a su evolución silenciosa, el hígado graso suele detectarse mediante:
- Ecografía abdominal, que permite observar la acumulación de grasa.
- Análisis de sangre, especialmente niveles de enzimas hepáticas elevadas (TGO, TGP).
Según Tartaglione, si el diagnóstico es precoz, el daño hepático puede revertirse con un tratamiento adecuado.
El ingrediente a evitar: jarabe de maíz de alta fructosa
Este endulzante industrial, presente en cientos de productos ultraprocesados, es altamente perjudicial:
“Ese jarabe en el único lugar donde se metaboliza es en el hígado. Lo impacta y se acumula”, explicó Tartaglione.

Se lo encuentra en bebidas azucaradas, golosinas, panes industriales, cereales y jugos envasados. Evitarlo es clave para proteger el hígado.
Tres opciones caseras para cuidar el hígado
- Jugo de remolacha
Rico en potasio y betalaína, antioxidante que desinflama y protege al hígado. - Té verde
Estudios demostraron su efecto preventivo frente a cirrosis, hepatitis y cáncer hepático. - Café
Beber entre 3 y 4 tazas al día reduce el riesgo de enfermedades hepáticas crónicas. Incluso el café descafeinado mostró beneficios.
Las tres posibles complicaciones si no se trata
- Fibrosis hepática: acumulación de tejido cicatricial.
- Cirrosis: daño irreversible que afecta el funcionamiento hepático.
- Cáncer de hígado: una de las consecuencias más graves.
Claves del tratamiento recomendado
- Dieta saludable tipo mediterránea
- Actividad física regular
- Pérdida de peso controlada
- Evitar el alcohol y los productos ultraprocesados
- Chequeos médicos regulares

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