Comer duraznos con piel: más antioxidantes y fibra para una dieta equilibrada
Un estudio reciente señala que consumir esta fruta sin pelar potencia sus beneficios para la salud. Los especialistas destacan su aporte de antioxidantes, vitaminas y fibra, claves para mejorar la digestión y prevenir enfermedades.
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El durazno es una de las frutas más elegidas durante los meses de verano, tanto por su sabor dulce y refrescante como por sus múltiples aportes nutricionales. Sin embargo, un nuevo estudio publicado recientemente pone el foco en un aspecto que suele pasar inadvertido: los beneficios de consumirlo con su piel.
Lejos de ser un simple detalle, los investigadores aseguran que comer el durazno entero, sin pelar, puede marcar una diferencia significativa en la calidad de la dieta. Esto se debe a que gran parte de sus antioxidantes y fibras se concentran justamente en la cáscara, que muchas personas suelen descartar por costumbre o por preferencia de textura.
De acuerdo con los especialistas, los antioxidantes presentes en la piel del durazno ayudan a combatir el daño celular provocado por los radicales libres, un proceso que, de no controlarse, puede contribuir al envejecimiento prematuro y a la aparición de enfermedades crónicas.

Además, la fibra que se encuentra en la cáscara favorece el tránsito intestinal y contribuye a mantener niveles más estables de glucosa en sangre, un factor clave en la prevención de la diabetes tipo 2.
“Cuando pelamos la fruta, perdemos una parte importante de sus nutrientes”, advierten los expertos. Por eso, recomiendan incorporarla entera, siempre lavándola bien antes de consumirla para reducir la presencia de residuos o impurezas.
Más vitaminas, menos calorías vacías
El durazno es una fruta de bajo contenido calórico, lo que lo convierte en un aliado ideal para quienes buscan cuidar su peso sin resignar sabor ni frescura.
Una pieza mediana aporta alrededor de 60 calorías, pero también ofrece vitaminas del complejo B, vitamina C, potasio y magnesio, minerales fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo.

Cuando se consume con piel, este valor nutricional se incrementa. Según los resultados del estudio, la concentración de polifenoles —compuestos antioxidantes que actúan como protectores frente a enfermedades cardiovasculares y degenerativas— es significativamente mayor en la cáscara que en la pulpa. Esto refuerza la idea de que comer la fruta entera potencia sus beneficios.
La fibra, por su parte, no solo mejora la digestión y previene el estreñimiento, sino que también genera mayor sensación de saciedad. Esta característica es especialmente valorada en dietas destinadas a controlar la ingesta calórica o evitar los famosos “picoteos” entre comidas.
Los nutricionistas subrayan que, más allá de sus propiedades, la clave está en la variedad y en mantener un consumo equilibrado de frutas y verduras. Incorporar duraznos con piel dentro de una dieta rica en vegetales, legumbres y cereales integrales es una manera sencilla y práctica de sumar nutrientes de calidad.
Un hábito fácil de incorporar
El durazno con piel puede consumirse fresco, en ensaladas de frutas, batidos o incluso como parte de preparaciones dulces y saladas. Su versatilidad permite incluirlo en diferentes momentos del día y aprovechar al máximo sus aportes.
Los especialistas recomiendan optar siempre por piezas firmes, sin golpes y de preferencia de producción local o de estación, lo que asegura mejor sabor y conservación de nutrientes. En cuanto a la higiene, basta con lavarlos con abundante agua y, en caso de desearlo, frotar suavemente la cáscara con un cepillo de cocina.
El Litoral

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