Beneficios del magnesio para la salud: ¿cuándo conviene consumirlo por alimentos o suplementos?
El magnesio participa en cientos de funciones vitales para el organismo. Su consumo adecuado, preferentemente a través de alimentos, podría mejorar la salud cardiovascular, muscular, ósea y metabólica; los suplementos sólo se recomiendan en casos puntuales y bajo supervisión médica.
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El mineral Magnesio ―presentado como una suerte de “mineral milagroso” en redes sociales y plataformas de bienestar― ha despertado un renovado interés en los últimos años.
Sin embargo, junto con ese entusiasmo, aparece también la confusión: ¿cuándo conviene incorporarlo mediante la dieta y cuándo conviene recurrir a suplementos? Especialistas consultados por los medios insisten en que la evidencia científica debe guiar su consumo.

Para qué sirve el magnesio en el organismo
El magnesio cumple un rol clave: participa como cofactor en cientos de reacciones bioquímicas esenciales. Entre sus funciones más relevantes se encuentran la producción de energía celular, la formación de proteínas, la regulación de los sistemas nervioso y muscular, y el mantenimiento de la salud ósea.
De modo más específico, estudios señalan diversos beneficios asociados a un aporte adecuado de magnesio:
Salud cardiovascular: dietas ricas en magnesio han sido vinculadas con una disminución de la presión arterial en personas con hipertensión.
Metabolismo de la glucosa y diabetes: en personas con diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina, niveles adecuados del mineral pueden favorecer el control glucémico.

Sistema nervioso y muscular: el magnesio ayuda a regular la contracción muscular —evitando calambres— y puede contribuir a mejorar la calidad del sueño, la gestión del estrés y síntomas de ansiedad.
Salud ósea: favorece la formación y mantenimiento del tejido óseo, en conjunto con calcio y vitamina D, lo que puede contribuir a prevenir enfermedades como la osteoporosis.
No obstante, aunque los beneficios son amplios, la evidencia resulta más consistente cuando el magnesio proviene de la dieta habitual que del uso indiscriminado de suplementos.
Alimentos vs. suplementos: cuál camino elegir
La forma más segura y recomendable de obtener magnesio es a través de los alimentos. Verduras de hoja verde, frutos secos, semillas, legumbres y cereales integrales concentran este mineral de manera natural.
Por ejemplo, una porción de espinacas, 28 gramos de almendras y un plátano pueden aportar cerca de 190 mg de magnesio.
Además, algunos patrones alimentarios consolidados —como la dieta mediterránea— aseguran un aporte adecuado sin necesidad de recurrir a suplementos.
Por su parte, el mercado ofrece múltiples presentaciones de suplementos de magnesio: citrato, glicinato, bisglicinato, L-treonato, óxido, entre otras.
Algunas formas (citrato, glicinato, bisglicinato, L-treonato) son consideradas más tolerables, mientras que otras (óxido, cloruro, gluconato, sulfato) podrían provocar efectos adversos gastrointestinales.
Sin embargo, los especialistas advierten que los suplementos deben reservarse para casos puntuales: personas con deficiencias comprobadas por evaluación médica, condiciones como enfermedades renales o trastornos digestivos, o dietas restringidas.
El exceso de magnesio —especialmente si se combina con enfermedades crónicas o medicaciones— puede derivar en molestias como diarrea, náuseas, debilidad muscular, y en casos graves, alteraciones cardíacas.
Por eso, la idea difundida —especialmente en redes— de que “más magnesio siempre es mejor” merece prudencia. En palabras de los especialistas: es clave considerar la evidencia y consultar con un profesional antes de suplementar.
¿Quiénes podrían necesitar suplementos?
Aunque la deficiencia de magnesio es poco frecuente en personas saludables, existen grupos de riesgo: adultos mayores, personas con enfermedades renales, trastornos digestivos crónicos, desnutrición o consumo elevado de alcohol.
En estos casos, el aporte mediante suplementos —bajo control médico— puede marcar la diferencia.
Pero incluso en estos escenarios, la suplementación no elimina la necesidad de una dieta equilibrada. Los especialistas coinciden en que no se debe usar como un sustituto de buenos hábitos alimentarios.
El Litoral

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