La obsesión del “Popeye ruso” por unos bíceps gigantes podría costarle los brazos si no mejora su salud
Kirill Tereshin, un influencer ruso, se inyectó vaselina y otras sustancias en los bíceps para lograr brazos descomunales. Hoy, enfrenta una grave infección que no responde a los tratamientos y podría obligar a los médicos a amputarle ambos brazos.
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Kirill Tereshin, un influencer ruso de 29 años, se hizo famoso en redes sociales por sus descomunales bíceps, logrados no a fuerza de gimnasio sino mediante inyecciones de vaselina y otras sustancias. Su objetivo era parecerse al icónico marinero Popeye y llamar la atención en internet. Hoy, esa decisión lo tiene al borde de perder ambos brazos.
Apodado el “Popeye ruso”, Tereshin comenzó hace años a inyectarse un cóctel de vaselina y synthol en los brazos para aumentar de manera artificial su volumen. Las fotos y videos donde mostraba sus músculos deformados se viralizaron rápidamente y lo convirtieron en un fenómeno en Instagram y otras plataformas, donde acumuló miles de seguidores fascinados por su apariencia extrema.
Sin embargo, el cuerpo de Kirill terminó pasando factura. De acuerdo con los médicos que lo atienden, su organismo rechazó las sustancias, desarrollando fibrosis, necrosis y una infección severa en los tejidos de los bíceps. Las heridas abiertas, que llegaron a “reventar” y dejar a la vista el tejido dañado, no responden bien a los antibióticos y complican cualquier intento de cirugía reconstructiva.
Kirill Tereshin, el influencer ruso conocido como el “Popeye ruso”.
Los especialistas advirtieron que la situación es crítica. Para intentar salvar sus brazos, sería necesario un complejo plan quirúrgico con varios procedimientos, injertos de piel y la intervención de un equipo multidisciplinario de cirujanos vasculares, plásticos y reconstructivos. Pero mientras la infección no se controle, estas operaciones son inviables, y cada día que pasa aumenta el riesgo de que la única opción sea la amputación.
El caso de Tereshin no es nuevo en el ámbito médico: ya en 2019 había sido sometido a una cirugía para retirar parte del material oleoso y del tejido dañado de sus brazos. En aquel momento, los médicos le advirtieron de manera enfática que debía detener las inyecciones y tratar a fondo las zonas afectadas, porque de lo contrario su vida podría estar en peligro.
Kirill Tereshin, el influencer ruso que se quiso parecer a Popeye y ahora podría perder los brazos.
Pese a las advertencias, el influencer continuó siendo una figura en redes y siguió exhibiendo sus bíceps, mientras el daño interno avanzaba silenciosamente. Ahora, con infecciones resistentes y tejidos gravemente comprometidos, su estado de salud se ha deteriorado al punto de poner en riesgo no sólo sus brazos, sino también su vida.
Hoy, el propio “Popeye ruso” reconoce que se equivocó. En declaraciones recientes, manifestó arrepentimiento por haberse inyectado sustancias peligrosas solo para ganar notoriedad en internet. Su historia se convirtió en una advertencia extrema sobre los límites del culto al cuerpo y los riesgos de recurrir a métodos clandestinos y no supervisados para modificar la apariencia física.

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