El Museo Histórico “Edna Peiretti de Welschen” de San Vicente reabrió sus puertas con una muestra renovada

El Museo, Biblioteca y Archivo Regional Histórico de San Vicente “Edna Peiretti de Welschen” volvió a abrir sus puertas con una muestra completamente renovada, fruto del trabajo de la Asociación Amigos del Museo y de la Historia Regional de San Vicente, integrada por vecinas comprometidas con la preservación del patrimonio local.

“La idea del museo surgió hace 31 años de la señora Edna Peiretti de Welschen, que siempre tuvo como objetivo resguardar no solo objetos, sino también la historia de la localidad y la región para las futuras generaciones”, explicó Analía Castro, presidenta de la asociación.

El edificio que hoy alberga el museo tiene también un valor simbólico: fue el primer sanatorio de San Vicente, del que dependía gran parte del departamento Castellanos y zonas vecinas del departamento San Martín.

“Durante la presidencia comunal de Rubén Dei-cas se concretó la adquisición del inmueble, y luego, bajo la gestión de Gustavo Welschen, se puso en funcionamiento como Casa de la Cultura”, recordó Analía.

Tras el cierre durante la pandemia, el museo necesitaba una profunda recuperación. “En noviembre y diciembre de 2023 surgió la inquietud de qué hacer con el museo, que estaba sin abrir y requería refacciones. Decidimos retomar el proyecto en defensa de la idea original de Edna”, añadió.

El valor del trabajo comunitario

Elena, integrante de la asociación, destacó la fuerza del trabajo colectivo que permitió reactivar el espacio. “Nos unimos por el mismo objetivo: preservar los objetos que nuestros coterráneos habían cedido con tanto valor emocional. Empezamos a trabajar en silencio, hasta que logramos el acompañamiento de la Municipalidad, que nos permitió reabrir el museo”, contó.

El grupo, conformado por voluntarios, vecinos e instituciones locales, logró reordenar las colecciones y darles un nuevo sentido expositivo.

La vecina María Elisa Barbero, descendiente de uno de los fundadores de San Vicente, fue una de las impulsoras del rescate documental. 

“Empezamos a buscar material por todos lados. Había archivos, objetos, documentos, pero también mucho conocimiento oral. Hicimos entrevistas y encuentros con personas mayores que nos contaron historias que no estaban registradas. Eso fue clave para reconstruir el pasado local”, explicó.

“Algunas piezas son donaciones, otras préstamos. La idea es que el museo esté vivo, que la comunidad participe y se vea reflejada en sus salas”, destacó María Elisa.

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