La historia en signos: Amalia Mehaudy: lataquígrafa de las reformas constitucionales de Santa Fe
Cumplió esa función en 1957 y en 1962. En sus recuerdos y en su casa atesora imágenes que atraviesan la trayectoria institucional de la provincia y su propia vida. Los secretos de un oficio tan fundamental como poco conocido. Y un anhelo: presenciar las sesiones de la actual Convención.
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"¡Cómo me gustaría presenciar las sesiones! En otras Convenciones estaba como taquígrafa y era un placer para mi". El comentario, firmado por Amalia Mármol en una nota sobre la Convención Reformadora que se desarrolla por estos días en Santa Fe, llamó la atención de un colega de El Litoral, habitué de las sesiones del Senado.
¿Quién es Amalia Mármol? ¿En qué otras convenciones habrá participado y por qué no está en la que pronto culminará en la provincia?
Amalia no es Mármol; su apellido es Mehaudy y el seudónimo, que es para las redes sociales, viene de la obra literaria de José Mármol. Tiene 95 años cumplidos el 27 de abril, es santafesina y fue taquígrafa durante cuatro décadas hasta que se jubiló a los 61.
Como se verá, no cabe una vida en un solo párrafo, pero tampoco tanta historia en una nota. Esta es, apenas, una pincelada de una trayectoria que comenzó en la escuela secundaria y la llevó a participar de sesiones. Y convenciones.
Ligada a las reformas
En la casa de Amalia hay muchas fotos a color. Pero también hay otras en blanco y negro que dominan la pared de la habitación/estudio donde está la computadora desde la que sigue todas las novedades, también las que publica El Litoral.
En una de esas imágenes en blanco y negro, le está dando la mano a Alfredo Palacios. ¿El contexto? La reforma de la Constitución Nacional que se realizó en Santa Fe en el año 1957.
"El socialista Palacios era un excelente convencional, yo me acerqué, le empecé a hablar y él dice: "Saquen una foto". La imagen se reprodujo en La Capital, de Rosario, para destacar "una nota amable en medio de la baraúnda que se registró ayer", en alusión a uno de los críticos momentos que atravesó aquel proceso.
"Es un recuerdo lindísimo, tanto que encuadré la foto", dice Amalia, mientras muestra otras imágenes en las que se la ve en plena actividad, escribiendo a una velocidad de 160 palabras por minuto sobre la mesa que ocupa junto a sus colegas; la enorme mayoría, hombres.
En realidad, el femenino para hablar de esta actividad es usual desde hace varios años para quienes alguna vez cubrimos y aquellos que siguen asistiendo a las sesiones legislativas. Pero entonces Amalia era la única mujer en el equipo: única en un equipo de 31 personas.
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También cumplió esa función en la convención reformadora de la carta magna santafesina en 1962. Si, la que está atravesando un proceso de modificación parcial desde el 14 de julio y está a punto de culminar en la próxima semana.
Cómo no iba a querer estar ahora en la Cámara de Diputados siguiendo las alternativas de un debate que introduce novedades para llegar a un redacción mucho más moderna de la Constitución que regirá a la provincia por las próximas décadas.
Tampoco fue a la nacional de 1994, cuando primeras figuras políticas de todo el país (entonces futuros y ahora ex presidentes) se reunieron en el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral, otra vez en Santa Fe. Para ese año ya estaba jubilada.
Hay en la misma habitación de las fotos en blanco y negro una gran caja de color rojo que guarda versos. Porque Amalia escribe textos que regala para los cumpleaños. ¿A quiénes? A familiares, amistades y hasta a un médico que, le dijo, tiene el papel en su mesa de luz. ¿Vicios de una profesión que ejerció durante tantos años?
En cualquier caso, no perdió nunca la práctica porque escribe, primero, con técnica de taquigrafía y luego en lenguaje entendible para los destinatarios de sus palabras. Además lee "mucho" (y sin necesidad de anteojos) y para sus propios festejos, recibe libros y cuadernos.
El Litoral en su edición del 30 de agosto de 1957 reflejaba la reunión de la convención reformadora.
Extensa trayectoria
Amalia Mehaudy es Perito Mercantil, egresada de la escuela de Comercio que fue donde aprendió Taquigrafía (o Estenografía) desde 2° a 4° año, "una disciplina que me encantó desde antes de conocerla y a la que presté mucha atención", dice con una voz suave y tan agradable.
A los 21 años ya se había casado y mudado a Posadas, donde tuvo alumnos, cuando sus padres le avisaron de un concurso para taquígrafos "de tercera" en Santa Fe. "Yo pensé, para un parlamento no me animo". Pero se animó y ganó entre 31 postulantes.
Ahí empezó su carrera; pasó luego a la categoría segunda y a la dirección del cuerpo de taquígrafos de la Cámara de Diputados de Santa Fe.
¿De tercera, de segunda? "Cuando se ingresa, se pide una velocidad de 120 palabras por minuto. Para segunda se empieza con 140 y como directora alcancé las 160 palabras por minuto", cuenta mientras admite que aún sigue en contacto con un colega, Jorge Bravo (ex taquígrafo del Senado de la Nación), que llegó a las...¡200 palabras por minuto!
Bravo conduce un programa radial dedicado íntegramente a la taquigrafía argentina y el mundo, los viernes a las 15. "Palabras dibujadas", se llama y se emite por la radio de la Biblioteca del Congreso Nacional (se escucha por Youtube o Spotify). Allí también está presente Amalia con sus comentarios.
"Este fue mi trabajo de toda la vida", admite, hasta que se jubiló en la Cámara de Diputados de la provincia en una tarea que sobrevive al paso del tiempo y "no puede ser reemplazada por una máquina".
"Esto es muy distinto porque hay que tomar la versión de lo que se expone (en una sesión) con todas las interrupciones y debates". Luego, esos signos se pasan al lenguaje común e integran los diarios de sesión.
¿Discursos memorables? Seguro que habrá unos cuantos en su experiencia, pero lo que si recuerda es que cuando algún legislador hablaba muy rápido, había que "volar" con la mano.
Todo eso se hacía sin perder de vista el contexto de las exposiciones porque para transcribir los signos a palabras había que dar una idea de continuidad, que se logra aún con una rotación de las parejas de taquígrafos cada 5 minutos, reemplazados de a uno por vez para no afectar la fluidez del trabajo.
- Y si fuese a la Convención, ¿Qué le gustaría hacer?
- Me gustaría estar ahí. Es una actividad que hice durante tanto tiempo... y en dos reformas constitucionales-, dice Amalia mientras se agenda que en pocas horas comenzará otra edición del programa que homenajea a quienes, como ella, hicieron de los signos y símbolos una forma de comunicación y una fuente de información legislativa.
Nancy Balza - El Litoral

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