Triple crimen narco: buscan al cómplice identificado del “Pequeño J” en villas del sur porteño
Matías Agustín Ozorio, presunto integrante de la banda que torturó y asesinó a Brenda, Morena y Lara, es intensamente buscado por la Justicia. A diferencia del jefe narco prófugo, está plenamente identificado y pesa sobre él una orden de captura.
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A 72 horas del hallazgo de los cuerpos mutilados de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez en una vivienda de Florencio Varela, el miedo se apoderó de los barrios 1-11-14, Zavaleta y 21-24, en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. La brutalidad del crimen —vinculado al narcotráfico— activó operativos simultáneos en distintos puntos del conurbano y la Capital, en busca del autor intelectual y sus cómplices.
Mientras el presunto jefe narco, apodado “Julito”, “Pequeño J” o “Pequeño Jota”, sigue sin ser identificado oficialmente —ni figura en registros judiciales—, las autoridades ya tienen un nombre y rostro concreto: Matías Agustín Ozorio, argentino de 28 años, a quien acusan de integrar la organización criminal que perpetró los femicidios.
Quién es “Tati”, el presunto cómplice de los narcofemicidios
Ozorio, también conocido como “Tati”, tiene domicilio registrado en la villa 21-24, pero se mueve con frecuencia por Zavaleta y la 1-11-14, zonas tradicionalmente vinculadas a redes de narcotráfico. Según registros del Banco Central, figura como deudor irrecuperable. Sin embargo, su nombre —al igual que el del “Pequeño J”— no aparece en causas federales por drogas.
El fiscal de Homicidios de La Matanza, Adrián Arribas, tomó el control del expediente este viernes, tras la negativa a declarar de los primeros cuatro detenidos: Daniela Iara Ibarra, Celeste Magalí González Guerrero, Miguel Ángel Villanueva Silva y Maximiliano Andrés Parra (único de nacionalidad peruana).
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La sospecha es que Ozorio habría tenido un rol operativo clave, siendo parte del grupo que secuestró, torturó y asesinó a las tres jóvenes. Se investiga si brindó soporte logístico o incluso facilitó el lugar donde ocurrió el crimen. En los allanamientos recientes, la policía dio con un posible “aguantadero” vinculado a su figura.
Un operativo contrarreloj y una banda en expansión
Los operativos se extienden en forma simultánea por barrios de alta conflictividad, como la 21-24, Zavaleta y la 1-11-14, mientras se analizan los nexos de la banda con el llamado “Clan Cabral”, que tendría presencia en Florencio Varela y otras zonas del sur del conurbano.
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Además, la policía halló en uno de los domicilios viandas listas para ser distribuidas, rollos de billetes de baja denominación y un búnker aparentemente abandonado a las apuradas. La casa donde se encontraron los cuerpos estaría dentro de una red de puntos de venta de estupefacientes con conexión directa a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Con al menos cinco personas detenidas y dos prófugos, la causa avanza con perfil reservado, mientras el horror del crimen sigue generando conmoción social. Para los investigadores, atrapar a Ozorio podría ser la clave para llegar finalmente al “Pequeño J” y desarticular la estructura criminal detrás del triple femicidio más brutal del año.

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