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POLICIALES

Sigue la búsqueda de Enrique Fabiani en Entre Ríos, pero su familia perdió toda esperanza

Hace más de cien días que nada se sabe de él, y sus hijos ya no esperan encontrarlo con vida. Más dudas que certezas.

Enrique Fabiani no aparece en Entre Ríos y su familia perdió toda esperanza de hallarlo con vida. Hace más de tres meses que nada se sabe de él. No hay evidencia firme, pero todo indica que fue asesinado la misma noche que se perdió en los montes de la vecina provincia.

El hombre tenía 74 años, era oriundo de Santa Clara de Buena Vista (departamento santafesino Las Colonias) y era ministro de la Eucaristía. Fue policía, trabajó como bancario y finalmente se desempeñó en el sector de la salud realizando tareas de mantenimiento hasta que se jubiló.

"Era un hombre justo por todas las cosas y por eso él merece justicia más que nadie", aseguró su hija Melisa. "Siempre fue un padre ejemplar. Hace unos días volvía llorando desde mi casa paterna hasta la mía y en el camino miré al cielo y le agradecí. Le dije: 'Sos tan buen padre que me seguís enseñando sin estar y en esta experiencia horrible que estamos viviendo. Seguimos aprendiendo'. Era una persona tan derecha, tan respetuosa", agregó la mujer.

Desaparecido

Años atrás, las cacerías eran frecuentes para Enrique. Con amigos y conocidos, agarraban sus escopetas y cartuchos, y siempre ponían rumbo al departamento entrerriano de La Paz. Conocían al dueño del campo y él les permitía el ingreso. Con el paso del tiempo, las incursiones cesaron por completo hasta mediados de este año, cuando familiares y amigos lo convencieron de hacer una más.

Ese martes 4 de junio fatídico, un grupo de cazadores entre los que se encontraba Enrique llegó por la tarde a la zona de montes de la localidad de Alcaraz, cerca de Bovril. Se adentraron entre los matorrales y en un momento Fabiani decidió separarse para buscar al dueño del campo. Lo conocía, hacía mucho que no lo veía y quería saludarlo. Pero nunca llegó. Ya estaba oscureciendo y perdió el rumbo por completo.

Ya era de noche cuando un grupo de cuatro maquinistas que hacían aplicaciones en un campo vieron pasar caminando a Fabiani. Luego, llegó hasta una vivienda donde buscó ayuda, pero el dueño de casa se asustó al verlo armado y se limitó a indicarle con la luz de su linterna hacia dónde debía dirigirse para salir de su propiedad. Faltaban pocos minutos para la medianoche. Es la última persona que reconoce haber visto a Enrique.

Minutos más tarde, una cámara de vigilancia de un predio cercano tomó a una camioneta de la policía entrerriana especializada en abigeatos ingresando al lugar y saliendo, cuarenta minutos más tarde. Los uniformados aseguran que no se toparon con el hombre.

Vidente

"Tres días después de la desaparición, mi sobrino fue a reunirse con un vidente. Todos nos decían que teníamos que consultarle. Nos dijo que mi papá estaba en un sector llamado La Palma, unos 8 kilómetros al oeste de donde lo vieron por última vez. Era imposible que haya llegado hasta allá. Igual, fueron y rastrillaron, pero no había nada", relató Melisa.

"La policía llevó al vidente a esa misma zona otras dos veces, una por propia voluntad y la restante por la fuerza. El 19 de junio él encontró en ese sector un cartucho percutado y la policía dijo que podía ser de mi papá. Luego, al compararlo con otras vainas servidas que yo tenía en casa, se comprobó que había sido disparado con la escopeta de mi padre. Salta a la vista que ese elemento fue plantado allí", enfatizó la mujer.

Distracciones

El 4 de septiembre se realizó un careo entre familiares de Enrique y un comisario. "Fuimos a Villaguay. Él decía que no había manipulado sin precauciones la evidencia, el cartucho encontrado, pero lo hizo adelante nuestro. Nos indignó. Salí llorando desconsolada. Además, no se realizó correctamente el papeleo. Es horrible que mientan, porque te hace sospechar de la fuerza que es la encargada de buscar", contó Melisa.

"El vidente, señaló otro lugar también, un arroyo cercano. Decía que ahí iban a encontrar a mi padre. Se hicieron dos operativos súper costosos y nuevamente no hallaron nada. Estoy convencida de que a mi papá lo mataron y de que su cadáver no va a aparecer nunca, por razones obvias. Y nunca podremos comprobar si la policía tuvo algo que ver", especuló.

"Creemos -agregó- que las personas que tenían que buscar a mi padre, minimizaron el tema. Se perdió así mucho tiempo valioso. La gente de entrada nos comentaba cosas, nos advertía de que a Enrique le había pasado algo feo. No se preservó el lugar, no se profundizó con las personas que estuvieron esa noche en la zona: los cuatro maquinistas, los policías de abigeatos, el dueño de la casa donde mi papá pidió ayuda y su esposa. El primer allanamiento se hizo más de dos semanas después, el 22. La primera reconstrucción se realizó al mes y la segunda a los tres meses. Las pruebas con luminol se efectuaron a los dos meses".

"Encontramos huellas de botas y cuando la policía fue a rastrillar pisoteó todo. No se preservó nada. Es sentido común. Yo no tengo estudios criminalísticos, pero basta con ver un par de series para entender que eso no se hace", se quejó Melisa.

"Yo no se si esos errores se cometieron a propósito. Quiero creer que no. Sí estoy segura de que el caso se minimizó desde el principio. Ahora, quiero destacar que también hubo policías extraordinarios, que dieron muchísimo. También se hace un gran trabajo desde la fiscalía. El doctor Mauro Quirolo hace lo que puede, pero le faltan recursos, acompañamiento. El procurador nos respondió cinco pedidos recién cuando el caso salió en medios nacionales", concluyó la hija del hombre desaparecido.

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