Por segunda vez en menos dos semanas, se atrincheró otro policía en barrio Nueva Esperanza de Santa Fe
En plena causa por el atrincheramiento y ataques de César Muga, se registró un nuevo episodio en el noroeste de la capital santafesina.
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La calma de la noche en barrio Nueva Esperanza de la ciudad de Santa Fe se quebró este sábado, cuando un importante despliegue policial irrumpió en sus calles. Cerca de las 19 hs, patrulleros, móviles de unidades especiales y efectivos armados llegaron hasta una vivienda donde un agente de la Policía de Santa Fe, identificado como Federico Cardozo, de 42 años, se había atrincherado.
Según las primeras informaciones, la situación comenzó cuando María O., de 33 años, pareja del efectivo, se presentó en Pasaje 9400, casa 9162. Allí contó que, tras una discusión verbal, Cardozo no le permitía ingresar al domicilio y había dejado el auto estacionado sobre la vereda bloqueando el acceso.
La mujer aclaró que no deseaba radicar denuncia ni accionar judicialmente, que no estaba lesionada y no requería asistencia médica. Solo pidió que un móvil la acompañara para poder ingresar con sus hijos y que los uniformados le den recomendaciones a su pareja.
El operativo y el desenlace
Pese a que el incidente no derivó en agresiones físicas, el protocolo de actuación se activó debido a que el involucrado es un miembro de la fuerza. Los efectivos cercaron la zona y negociaron con Cardozo, quien permanecía dentro de la vivienda.
Cuando el personal policial intentó dialogar con el hombre, éste reaccionó alterado y se encerró. No exhibió su arma reglamentaria, pero colocó su vehículo particular delante del portón del garaje para impedir cualquier acceso. Desde ese momento, no volvió a salir ni mantuvo comunicación con el exterior.

El escenario obligó a acordonar la zona con la intervención de CRE Santa Fe y GGI, mientras se solicitaba la presencia del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) con un negociador y un equipo de irrupción, así como una unidad del 107 para apoyo sanitario.
Intervención del GOE y resolución
La operación estuvo a cargo del jefe del grupo táctico. Tras las gestiones del negociador y el control de la situación, el policía entregó su arma reglamentaria y fue contenido dentro de la vivienda.
Se aguardaban comunicaciones con el Equipo Técnico de Asistencia Familiar (ETAF) para definir su traslado a un centro médico y asistencia.

Una vez asegurado el lugar, el Jefe de Agrupación ordenó el repliegue de las unidades y el restablecimiento de los patrullajes habituales.
Un antecedente preocupante
La conmoción entre los vecinos fue inevitable. No solo por la magnitud del despliegue, sino porque en el mismo barrio, menos de 10 días atrás, ocurrió un episodio mucho más grave.
El viernes 1 de agosto, el policía César Muga se atrincheró en su casa, baleó a su pareja de 54 años —que aún permanece internada en grave estado—, lesionó a su hija de 16 y se enfrentó a tiros con sus colegas. Aquella mañana, la tragedia quedó instalada en la memoria de todos los vecinos.
La repetición de estos hechos en tan poco tiempo reaviva la preocupación sobre el estado emocional de algunos efectivos policiales y la necesidad de prevenir episodios de violencia intrafamiliar dentro de la fuerza.
EL Litoral

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