Guille Cantero evitó una nueva condena y deberá pagar una insólita cantidad de dinero por daños en la cárcel: ¿cuánto?

Ariel “Guille” Cantero, jefe de la organización criminal Los Monos, evitó una nueva pena de prisión luego de llegar a un acuerdo judicial por un incidente ocurrido dentro del penal federal de Marcos Paz. En lugar de sumar años a su condena —que ya totaliza 132 años si se acumulan todas las sentencias—, deberá pagar $130.000 en concepto de reparación integral por los daños ocasionados al prender fuego un colchón en 2021.

El hecho y la resolución judicial

El 8 de junio de 2021, Cantero, detenido en el Complejo Penitenciario Federal II, provocó un foco ígneo en el Salón de Usos Múltiples del Pabellón VII, Módulo II, prendiendo fuego un colchón. Inicialmente, el daño fue valuado en $4.800, monto que el recluso ofreció abonar, pero que fue rechazado por el Servicio Penitenciario Federal (SPF). La causa siguió su curso hasta ser elevada a juicio.

Sin embargo, el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, instó a las partes a alcanzar un acuerdo conciliatorio, dadas las características menores del hecho, el tiempo transcurrido y el alto costo y complejidad de llevar a juicio a un detenido de altísimo riesgo como Cantero.

Finalmente, la defensa oficial del líder narco propuso el pago de $130.000, suma que fue aceptada por la Dirección Judicial del SPF y el Ministerio Público Fiscal.

“El instituto de la reparación integral del daño responde a una lógica de justicia restaurativa, orientada a recomponer el perjuicio causado y restablecer la armonía social”, argumentó el magistrado en su resolución. “Frente a una posible pena simbólica, resulta más eficaz un resarcimiento económico”, sostuvo.

Régimen extremo de aislamiento

Actualmente, Cantero cumple sus condenas bajo un régimen de detención extremadamente estricto. Está aislado en una celda individual, con una hora diaria de patio, sin contacto con otros internos ni con los guardias, quienes le entregan la comida encapuchados para proteger sus identidades.

Solo se le permite comunicarse por teléfono con su abogado y familiares directos, muy lejos de los privilegios que supo tener dentro del sistema carcelario años atrás, cuando incluso contaba con un teléfono fijo en su celda.