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POLICIALES

Bernardo Alberione puso fin a su tarea como fiscal de Delitos Complejos y Lucha contra el Narcotráfico

Con casi 40 años de carrera judicial, Bernardo Alberione puso fin a su tarea como fiscal de Delitos Complejos y Lucha contra el Narcotráfico. Dueño de un récord que marca que todas sus causas investigadas terminaron en condena firme para los acusados, analizó distintos aspectos de su trayectoria en el Poder Judicial.

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Luego de haber transcurrido 39 años por los diferentes estamentos del Poder Judicial de Córdoba, Bernardo Alberione (62) puso fin con su jubilación a una extensa carrera en la Justicia que comenzó el 2 de febrero de 1985.

Alberione se define como un apasionado por el sistema judicial. Nacido en una familia con vinculaciones con la Justicia, hijo de madre escribana que no quería que su hijo siguiera en el rubro, con el tiempo se animó a contradecirla escuchando su propio corazón que le decía que ese era el camino que había elegido para su vida.

Pasó por diferentes escalones dentro del sistema judicial. Como fiscal posee un récord: todas las causas que elevó a juicio oral y público han terminado con una condena, lo que marca a las claras el impecable trabajo que desarrolló junto al equipo de colaboradores sobre quienes tiene “una eterna gratitud” por el profesionalismo demostrado en el ejercicio de su tarea.

Estos últimos días han sido muy emotivos para Bernardo Alberione, quien los disfrutó al máximo sabiendo que estaba al final de una exitosa etapa en su vida. De hecho, en la última jornada en los Tribunales de la Quinta Circunscripción Judicial en San Francisco aprovechó para recorrer todos los despachos y se despidió de todos y cada uno de los presentes con mucho cariño, recibiendo además el cálido afecto como reconocimiento a su trayectoria de casi cuatro décadas al servicio de la Justicia.

En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, Alberione repasó distintos momentos de su carrera judicial además de aprovechar la ocasión para expresar el agradecimiento a muchas personas que lo ayudaron en el cumplimiento de su función.

-     ¿Cómo empezó su inclinación por la carrera judicial?

Todo comenzó siendo estudiante ya que empecé a trabajar en la Justicia mientras cursaba el cuarto año de la carrera de Derecho. Mi primer trabajo fue en la Secretaría N° 6 del Juzgado Civil y Comercial de Tercera Nominación a cargo de la doctora ‘Cachi’ Cantagalli, secretaría Graciela Gil. Allí estuve en barandilla durante mucho tiempo atendiendo los abogados. De ahí pasé por todos los estamentos del Poder Judicial.

-     ¿En su familia hay integrantes del Poder Judicial?

Mi madre, Lucía Esther Quaglia, es escribana y era secretaria del Juzgado Civil de San Francisco y secretaria de la Fiscalía Civil en Córdoba. De todas maneras, lo último que quería mi madre era que yo fuera abogado y como soy rebelde de nacimiento, estudié Abogacía. En realidad, estaba entre Abogacía y Psicología. Me decidí por Abogacía, carrera que empecé a cursar un año más tarde de haber terminado el secundario ya que en ese tiempo estuve viviendo en los Estados Unidos. Estudié en la Universidad Nacional del Litoral y fui ayudante de cátedra entre los años 1989 y 1999 en la cátedra de Derecho Comercial III.

-     ¿Cuándo ingresó a la Justicia?

El 2 de febrero de 1985 empecé a trabajar en el Poder Judicial y tres años más tarde me paso al fuero penal como empleado en el Juzgado de Instrucción de Primera Nominación a cargo del doctor Roberto González Castellanos. Mi secretario fue Eligio Fantín, quien me enseñó muchísimo. Luego fui secretario de Roberto González Castellanos. En 1994 concursé para fiscal y obtuve muy buen puntaje lo que me permitió ser fiscal en Arroyito hasta 1999. Luego me trasladan a San Francisco a la Fiscalía de Instrucción de Tercer Turno hasta que, años más tarde, me empezaron a derivar las causas complejas. En 2012, en la gestión de Darío Vezzaro como fiscal general de la provincia me otorga Delitos Complejos y eso me permitió llegar a esclarecer las causas de una mejor manera.

-     ¿Qué le genera tener un índice de eficacia tal que haga que nunca se haya perdido un juicio de una persona que haya estado bajo su investigación?

Sin dudas, me da mucha alegría porque explica, entre otras cosas que la etapa de investigación estuvo bien hecha porque, de lo contrario, la Cámara no va a convalidar con un fallo condenatorio una investigación mal hecha. “Sin el equipo de trabajo no existe Bernardo Alberione”

-     ¿Qué le aportó el equipo de trabajo que tuvo a lo largo de su extensa carrera en la Justicia?

Yo no soy nada sin ellos, pero nada de nada. Nada de lo que hice, de lo que logramos se hubiera podido hacer sin estas personas tan valiosas. Ha sido un tremendo trabajo en equipo, donde todos están comprometidos de la misma manera. Sin el equipo de trabajo, no existe Bernardo Alberione.

-     ¿Cuál es su mayor orgullo en su extensa carrera judicial?

Mi mayor orgullo pasa por saber que las víctimas hayan recibido justicia. Que se hayan sentido reconfortadas por las investigaciones que hemos hecho, así como también la gente que, en la calle, me demuestra que puedo andar con la frente alta y sin ningún tipo de problemas. A esto se agrega el respeto con el que me ha tratado la población carcelaria y eso es algo que les debo agradecer. Jamás me agredió un investigado mío, tanto sea antes o durante la investigación y aún después de la condena. Esto es el resultado de un todo que además comprende el trato que se les da en la cárcel junto al control y dedicación que tiene la jueza de Ejecución Penal, doctora María Teresa Garay. Ella es una funcionaria que todos los miércoles asiste a la cárcel, recorre las celdas, habla con los presos y así ellos se siguen sintiendo protegidos por el sistema. Con eso no se genera rencor hacia el magistrado que lo condenó o el fiscal que los investigó, así como tampoco al juez que ejecutó la condena.

-     ¿Cuál es la contracara de todo esto que me está relatando?

Una muy lamentable, porque tiene que ver con el destrato a la víctima por parte del Estado. La víctima es la persona más olvidada del sistema penal y eso es responsabilidad directa del Estado. El victimario tiene todas las garantías y posibilidades que parten desde el momento en que se siente investigado por un delito con la posibilidad de asistir a un asesor letrado gratuito, un profesional de excelente formación, tremenda capacidad y un compromiso total con la función. Ese abogado lo sigue durante todo el proceso e inclusive hasta el último día de ejecución de su condena. El Estado le garantiza un sustento, comida, salud, recreación y un sistema judicial que verifica que se respeten sus derechos. Todo eso está perfecto, pero yo le pregunto a cualquier víctima qué asistencia tuvo del Estado y me responden que muy poca.

Existe el Polo de la Mujer destinado a la etapa inicial del proceso o para algunos sectores de Córdoba capital, pero en San Francisco no funciona el sector de alojamiento a las víctimas de violencia familiar que contenga a las mujeres que denuncian el hecho. De ahí en más no tiene asistencia legal ya que para las víctimas, la ayuda del Estado es inicial y mínima. Después de eso está abandonada, totalmente librada a su suerte. No digo que está mal lo que pasa con los victimarios, señalo que está mal lo que pasa con las víctimas.

fuente: La voz de San Justo

SAN FRANCISCO

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