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NACIONALES

En solo seis meses, cerraron 10 mil empresas medianas y pequeñas en Argentina

Más del 40% de las pymes industriales tiene un tercio de sus máquinas paradas y el 50% declara que su situación está peor y que no esperan que mejore.

En apenas un semestre, cerraron 10 mil empresas medianas y pequeñas en la Argentina, mientras se sigue profundizando la crisis disparada por las medidas económicas del gobierno de Javier Milei.

Nada detiene la marcha de un programa cuya mecánica no es más que inducir a una recesión dramática y sin fondo, para bajar el consumo popular y, consecuentemente, las importaciones y los niveles de producción.

Pero, ¿para qué semejante sacrificio? Parar bajar la inflación y el Riesgo País y obtener los dólares necesarios para levantar el cepo y dolarizar la economía argentina: los dólares que Milei prometió que aportarían fondos de inversión y el ministro Luis Caputo juró que iba a aportar el FMI.

¿Qué fue lo que logró en siete meses en los que ninguna oposición (ni política ni sindical, apenas un puñado damnificados tempraneros) pudo más que demorar el envión inicial? Nada, con DNU vigente –los únicos que juntan firmas para voltearlo son una porción de ATE y el Partido Popular de Claudio Lozano– y Ley de Bases, no pudieron cambiar el régimen monetario y mucho menos levantar el cepo.

La inflación oscila en un dígito, pero acumula un 80% anual (salvo Venezuela, el resto de los países de la región están debajo del 10%), los dólares paralelos operan sin cesar por una devaluación que todos saben que ocurrirá (porque tienen el poder de producirla, ningún talento predictivo) y el riesgo país vuela a 1.511 puntos al cierre de esta nota.

Un legislador libertario que nos honra con su respeto y precisa anonimato, nos asegura en un bar de Congreso –donde Lilia Lemoine repasa sus apuntes rodeada de dos jóvenes asesores– que “ya fracasamos, no hay modo de encaminar esto y nadie está pensando en otra cosa, lo que no hicimos hasta julio no lo hacemos nunca más”.

Desde dos tribunas económicas enfrentadas, de derecha a izquierda, de Alejandro Bercovich a Domingo Cavallo, confirman el diagnóstico político: “No tienen plan B, esto ya se acabó, no saben cómo salir y encima a un tipo como Milei no hay modo de ayudarlo”.

Sin embargo, hay colaboradores indispensables (el FMI, el gobierno de los Estados Unidos, gobernadores de todo pelaje y sus respectivas representaciones legislativas y hasta centrales obreras) que le ponen garra para sostener lo que no se sostiene sino con el sacrificio de amplias mayorías populares; y casi todos en la oposición parecen convencidos de que el fracaso no será suficiente y esto durará lo que tenga que durar, a menos que “alguien haga algo” o “algo pase”.

Las cámaras empresarias (UIA y CAME) protestan por lo bajo más que por lo alto, mientras la recesión produce estragos que algunos grandes grupos definen como “no tan grave” y hasta se animan a sugerir que “aún no se ve el fondo de la caída, hay margen (para estar peor)”.

No esperen que desde allí surja ningún freno corporativo al huracán libertario (“no podemos perder esta oportunidad histórica”, dicen en UIA). Veamos entonces, con datos, qué le está pasando al tejido industrial en la Argentina y, consecuentemente, al empleo.

⁣⁣

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