¿Quién se acuerda del “Trencito de los Tíos” de Rafaela?: conocé una historia de amor, juegos y comunidad
Oscar y Marta Ferrari recordaron cómo un viejo vehículo de madera se transformó en un ícono de la infancia rafaelina durante más de dos décadas
Lo que comenzó como una propuesta familiar para transportar a niños de un jardín de infantes, se convirtió en uno de los recuerdos más entrañables para varias generaciones de rafaelinos.
Oscar y Marta Ferrari fueron los creadores y guardianes del histórico “Trencito de los Tíos”, que durante 25 años recorrió plazas, calles y eventos, llevando alegría a cientos de chicos.
Un tren que nació del juego
Todo comenzó en 1983, cuando Oscar encontró un aviso en el diario: se vende un trencito de carnaval construido en madera. “Estaba triste, muy venido abajo”, recordó. Lo compraron, lo restauraron y al año siguiente, en 1984, hicieron su primer viaje: un paseo escolar con chicos del jardín de infantes del Club Quilmes.
“Nadie sabía que teníamos el tren. Aprovechamos que nuestro hijo estaba en ese jardín y se nos ocurrió ofrecerlo”, contó Marta.

Desde entonces, el proyecto fue creciendo gracias al cariño del público. “Nosotros nunca sentimos que fuimos los dueños del trencito. Fue la gente la que lo hizo suyo. Todo lo que vino después, los cumpleaños, las despedidas, los eventos escolares, fue porque la gente lo pedía”, agregó.
Una máquina con historia y transformaciones
El primer modelo estaba hecho completamente de madera y tenía motor y chasis de estanciera. “El ingreso era por la parte trasera, y fue fabricado originalmente para un carnaval en San Vicente”, explicó Oscar.

Con el tiempo, el trencito pasó por distintas transformaciones, incluyendo una reconstrucción que lo hizo parecerse al primer tren que circuló en Argentina. Se incorporaron detalles como los portaequipajes, bauleras y una disposición de los asientos que replicaba los antiguos vagones de pasajeros. Llegó a tener capacidad para más de 40 personas.
El trencito no solo se convirtió en atracción de domingos en el Parque Malvinas: fue parte de cumpleaños, casamientos, eventos escolares, despedidas y celebraciones en toda la ciudad. “Nos pedían para todo. Hasta nos pintaban con los chicos del barrio. Nos decían ‘vamos a pintar con los tíos’”, recordó Marta.

Pero el paso del tiempo también se hizo sentir. “Llegó un momento en que la sonrisa la teníamos que forzar. Y con los chicos eso no puede pasar. Si suben al trencito es para disfrutarlo”, reflexionó Marta. Fue entonces cuando decidieron poner fin al ciclo.
Una despedida entre lágrimas
En el 25° aniversario del trencito, organizaron una gran despedida. “Fue muy emotivo. Se lloraron todos. Desde entonces, solo hacíamos paseos los domingos. Dejamos de hacer eventos escolares o fiestas”, señaló la pareja, que decidió cerrar esa etapa con la dignidad que merecía.
El “Trencito de los Tíos” no fue simplemente un medio de transporte infantil. Fue una experiencia de comunidad, un símbolo de ternura y nostalgia, un vehículo que transportaba mucho más que pasajeros: llevaba historias, risas y memorias. Y aunque ya no circule, su recuerdo sigue vivo en la memoria colectiva de Rafaela.
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