Este viernes 4 de agosto, a las 20:00 en la sala II del Museo Municipal de Arte, ubicado en el Complejo Cultural del Viejo Mercado se inaugura “Hilos y Memorias” del artista local Alberto Menardi, con el apoyo curatorial de Norma Fenoglio. Se exhibirá en la sala II del Museo Municipal de Arte “Dr. Urbano Poggi”.
La muestra reúne una serie de bordados agrupados en tres núcleos: el decorativo, donde el bordado aparece como algo funcional ligado a la técnica aprendida de niño en la escuela de monjas y junto a su padre sastre; homenaje a Madres y a compañeros desaparecidos, como recuerdo del período en el que estuvo detenido como preso político en la cárcel de Córdoba y el bordado se convirtió en una herramienta de supervivencia enhebrando hilos pacientemente extraídos de una toalla en una aguja hecha con el alabre de una escoba; y el núcleo relacionado a su entorno personal e intereses por las plantas y las flores que son fuente de inspiración para sus obras.
Alberto Menardi, creador de las obras de arte, en diálogo con Radio Rafaela explicó que "Hilos y Memorias" tiene que ver con su historia. "Hilos desde la perspectiva de que es algo que une, algo que va ligando, conformando una trama, y la memoria está ligada por ese hilo".
La historia
"Esto comienza cuando yo era pequeño en Santa Clara de Saguier. Mi padre era sastre y aún tengo el olor de la plancha de carbón, la imagen de mi padre trabajando, todos los elementos, las agujas, las tijeras siguen muy presentes", comenzó relatando Alberto.
La historia continúa en el Colegio de Monjas que había en el pueblo donde fue alumno hasta tercer grado. "Era una escuela mixta, también había chicas pupilas y en las actividades prácticas había bordado. Para mí, fue un proceso natural vincularme con la aguja y bordar, te diría que desde los 4 años a los 7 hice una práctica semanal", señaló.
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El hilo de la memoria desanda otra etapa de su vida. "Por un tiempo lo dejé, quedó guardado en mi memoria, pero me llevó a otro momento de mi vida, un momento duro, plena dictadura militar cuando estuve detenido 7 años".
"En ese mundo en el que todos los días se libraba una batalla para sobrevivir, pensando en espacios de libertad, un día alguien con mucho ingenio tomando un alambre de una escoba, frotándolo en un piso áspero, logró achicar ese alambre a punto tal que con la punta de una Gillette hicimos el agujero de la aguja. No teníamos elementos y de una toalla empecé a sacar hilo por hilo hasta desarmarla por completo. Fue allí cuando empecé nuevamente a pasar horas y horas sentado en un rincón, sobre un tarro de tomates que era nuestro baño privado. Eso me permitió salir de ese lugar, fugar mi cabeza y mi mente. De esos trabajos no quedó nada porque no pudieron salir de la cárcel".
El hilo en la memoria
En el año 2019 Alberto dejó todas las actividades profesionales que realizaba, pero sintió la necesidad de volcar su energía en otras actividades. Fue entonces que, caminando por la ciudad, pudo ver que en la Universidad de la Mediana y Tercera Edad había un curso de bordado. "Nuevamente la memoria y el hilo se unieron, y comenzó a cambiar la perspectiva de mi vida", dijo.
La memoria vuela
"Bordar es un acto de reflexión, mucho tiempo la cabeza queda en blanco y se genera una especie de meditación solamente pensando en lo que la cabeza configura, que es el bordado", comentó.
"Son el hilo y la memoria lo que me permiten contar este trayecto", dijo Alberto. Así definió su técnica: "no me quiero atar al color, ni a los puntos tradicionales y ahí aparece la impronta personal mezclando hilos y rompiendo puntos". Destacó que una de las cosas que le gusta es trabajar con fondos de colores o con telas usadas y manchadas de colores, muchas de las cuales se las dio Norma Fenoglio, la curadora de la muestra.
El tiempo
“Mientras bordo, pienso en el tiempo que transcurre. En general, son trabajos que se extienden a lo largo de un mes, aunque hay otros que me llevaron varios meses”.
Antes de terminar la nota, mostró un cuadro muy especial. "En el proceso de aprendizaje, una profe me puso en el desafío de hacer un ejercicio sin patrón de bordado y la memoria y el hilo se volvieron a unir a una época de mi infancia en la que fui feliz. Yo fui feliz cuando mi abuelo jugaba a las bochas en un campito, era feliz alcanzándole las bochas y la jarra de ajenjo. En ese cuadro está mi abuelo con su sombrero mirando el juego, ese cuadro me llevó por lo menos 6 meses”.
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