El alma de La Fábrica Disco: la historia del joven que animó noches eternas con un micrófono falso y mucho carisma
El rafaelino Carlos Colombo, habitual visitante de La Fábrica Disco, recordó con entusiasmo su rol como animador amateur y su relación con la música y el público durante los años de gloria del boliche, que marcó una época en la ciudad.
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La Fábrica Disco fue mucho más que un simple boliche; fue un epicentro de noches interminables, risas, y una conexión única entre la música y la gente. Aquellos que tuvieron la suerte de vivir esa época, recuerdan cómo un joven, armado solo con un “micrófono” y una energía arrolladora, logró convertir cada presentación en un ritual que mantenía al público cautivo hasta el amanecer.
¿Pero qué secretos se esconden detrás de esas paredes que hoy ya no existen? Lo que sucedió allí, lo que significó para quienes lo vivieron, es algo que va más allá de lo que la memoria colectiva puede contar.
“¡El cantante!”
El protagonista de esta historia es Carlos “Charly” Colombo, quien habló con Radio Rafaela y relató cómo comenzó su vínculo con La Fábrica Disco: “Gracias a Dios he tenido el privilegio y el gustazo de compartir los años de la fábrica con la gente. Fueron unas noches inolvidables, espectaculares, y la pasé de maravilla", relató.
El joven, que en ese momento tenía entre 17 y 18 años, decidió animar a los asistentes llevando un falso micrófono para llamar la atención del público.
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“Como me divertía cantando, dije ‘voy a tener que llevar algo para llamar la atención a la gente’, y me pregunté ‘¿qué puedo llevar?’ Y me llevé un producto que no era un micrófono de verdad, pero que parecía", relató el entrevistado. Y agregó: "Enseguida vi que la gente se enganchó, cantaban y bailaban conmigo. Entonces conseguí, compré un micrófono de verdad, y empecé a animar con el micrófono”.
Desde ese momento, su rutina nocturna se transformó en un ritual: “Mi actuación empezaba desde el inicio del boliche hasta que terminaba, cantaba toda la noche, me sabía todos los temas de memoria", confesó.
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La música y el público: un vínculo único
Charly destacó la respuesta del público y la conexión que logró con los asistentes: “No tenés idea la cantidad de gente que pasaba enfrente y se mataban de risa viéndome a mí, yo parado ahí, el único, primero, siempre. Pero era fanatismo, la música me enloquecía… Me encantaba la música, el ambiente, la gente”, relató.
Incluso, el reconocimiento no se limitó a lo que pasaba dentro del boliche. “Me ha pasado de ir por el centro caminando y las chicas, ¡ay, el cantante, el cantante!, y me miraban y sonreían, . Era una cosa que vos decís, no, esto no es real, no puede ser”, contó ante el micrófono de Radio Rafaela.
Para el rafaelino, La Fábrica representó un espacio de pertenencia y desahogo personal: “La Fábrica, para mí, fue mi segunda casa. Fue mi cable a tierra. Era saber que iba ahí, por más que esté deprimido, esté triste o lo que sea, iba y me desenchufaba completamente. Era entrar ahí y era pum, y cambiaba todo de golpe”.

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