Ante la inseguridad, un comerciante rafaelino reforzó su cuadra con policías adicionales: "Si nos quedamos, esto sigue"

La creciente preocupación por la inseguridad llevó al comerciante Alberto “Beto” Emmert a escribir una carta dirigida a los vecinos y a exponer públicamente una situación que, según aseguró, se repitió durante años sin respuestas de fondo.

En diálogo con Radio Rafaela, relató que el problema no es nuevo y que afecta a comerciantes y vecinos por igual, aunque muchas veces nadie actúa “mientras no te pasa a vos”.

Beto recordó que el año pasado una comerciante de su misma cuadra sufrió un hecho grave. “A una chica le habían desvalijado el negocio, tenían pruebas de que habían sido los de la casa usurpada de enfrente”, contó. Explicó que se trata de una vivienda donde “no se sabe quién vive”, ya que rota permanentemente la gente que la ocupa, lo que genera una situación de absoluta vulnerabilidad.

“Si nos quedamos quietos, esto sigue”

El comerciante reconoció que, en su momento, tampoco reaccionó. “Hoy me siento que no hice nada, como que nadie hace nada si mientras no te pasa a vos”, afirmó. Sin embargo, tras vivir situaciones similares en carne propia, decidió involucrarse. “Hoy le tocó a ella, mañana a mí, pasado a vos, y así sucesivamente. Si nos quedamos, esto sigue”, sostuvo.

A partir de esa reflexión, Emmert aseguró que tomó la iniciativa de hacer algo concreto. “Yo voy a hacer algo, no sé qué va a pasar, pero sé que después voy a estar tranquilo por haberme movido”, explicó. En ese marco, impulsó una especie de prueba piloto con presencia policial en la zona, con la idea de que otros comerciantes se sumen.

“En este caso, he contratado un servicio de vigilancia de la PDI (Policía de Investigaciones). Por el momento es una prueba piloto de 12 días, desde las 17 h hasta las 21 h. El costo es de $7.677 por hora. Durante ese horario, personal de la PDI estará caminando y recorriendo las cuadras de la mitre”, dijo Emmert en la carta.

Según relató, la medida generó conformidad entre los comerciantes, aunque sin el acompañamiento necesario para sostenerla en el tiempo. “Todos están contentos porque durante esas horas se ve gente recorriendo las cuadras, pero colaboración no hay”, señaló. Y aclaró que no se trata solo de un aporte económico, aunque reconoció que “si se quiere mantener en el tiempo, sería interesante”.

Emmert admitió que este tipo de iniciativas no son lo ideal. “No es lo correcto, lo reconozco”, dijo, pero subrayó que la situación de inseguridad obliga a reaccionar. “Ante la circunstancia, algo hay que hacer”, remarcó.

El miedo a denunciar y el reclamo a la Justicia

Otro punto central de su testimonio fue el temor de muchos vecinos a denunciar. “La gente no denuncia porque tiene miedo, pero hay que denunciar”, insistió. Puso como ejemplo situaciones cotidianas que, con el tiempo, se naturalizan: personas que hostigan a comerciantes, consumo de drogas frente a los negocios o actitudes intimidantes. “No puedo permitir que te bajes al negocio y venga un tipo a agitarte todo el tiempo”, afirmó.

En ese sentido, contó que habló directamente con algunas de estas personas. “Les dije: esta es mi cuadra, yo hace treinta años que estoy acá”, relató, aunque aclaró que distingue entre quienes hacen las cosas bien y quienes no. “Hay un gran porcentaje que no, y nosotros lo vemos”, sostuvo.

Emmert también contó que recibió el llamado del intendente, quien le expresó su apoyo y le explicó los límites de la intervención municipal. “El municipio y la policía no tienen el poder total, el poder lo tiene la Justicia, eso lo sabemos todos”, reconoció.

Para el comerciante, el objetivo de visibilizar la problemática es justamente ese: generar presión para que haya respuestas judiciales. “Es presionar para que, si de repente la Justicia despierta, empiece a actuar”, señaló. Incluso mencionó que la hija del dueño de la casa usurpada se comunicó con él, aunque advirtió que el conflicto lleva 9 años sin resolución y que la feria judicial vuelve a dilatar los tiempos.

“Nadie quiere salir y dar la cara”

Finalmente, Emmert expresó su frustración por la falta de compromiso colectivo. “Si nos uniéramos, podríamos actuar, pero no es nada fácil”, dijo. Según describió, muchos vecinos acompañan desde lo discursivo, pero no se involucran. “Es ‘qué bueno, qué lindo’, pero hasta ahí queda. Nadie quiere salir y dar la cara”, lamentó.

Aun así, aseguró que se siente tranquilo con la decisión tomada. “Yo lo puedo contar, doy la cara y estoy actuando. En el futuro también me voy a quedar tranquilo, pase lo que pase, porque intentamos”, concluyó.

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