La ciudad está amurallada con restricciones de seguridad caóticas. Macron pide una tregua “olímpica y política” porque no consiguen formar gobierno, tras la disolución dela Asamblea Nacional por su decisión.
Las principales avenidas de París y el corazón de sus Juegos Olímpicos parecen las celdas de Guantánamo. Unas vallas de metal más de dos metros separan a las veredas de la calle para evitar un atentado terrorista en las zonas grises, en las que se ha dividido la ciudad. Detrás quedan dueños de cafés, restaurantes y hoteles desesperados, con sus terrazas vacías, sin reservas o anuladas y preguntándose si deben cerrar o esperar un milagro. "Catastrófico” es la palabra que más se escucha.
Sin QR, un código como el que se usaba durante el COVID, que otorgan y controlan los servicios de seguridad, nadie puede entrar a un restaurante, a una casa o un hotel de la zona gris. La policía controla a cada uno que ingresa. En París, a donde han llegado policías españoles, alemanes, qataríes y de media Europa para ayudar en la seguridad, hay en estas horas más policías que turistas.
“Está todo blindado”, dice un policía español, recién llegado, asombrado.
Argentinos bloqueados
La avenue Kleber es una de esas áreas. Justo coincide con la rue Cimarosa, donde se encuentra la embajada argentina en París. Nadie sabe cómo van a llegar a la exposición de los 100 años de participación argentina de los Juegos Olímpicos, que se inaugurará mañana con la presencia de los atletas. Muchísimos menos como van a poder acceder a cubrir la visita del presidente Javier Milei, que llega el 25 a esta ciudad para asistir a la inauguración de los Juegos.
A pesar de que la zona gris es para proteger a la población, los atletas y funcionarios de un atentado, el ministro del interior y jefe de seguridad de los Olímpicos, Gérald Darmanin cree que no existe una “amenaza clara” de atentado para la ceremonia de apertura.
Fajitas es un restaurante mexicano, en la zona de seguridad establecida a lo largo del Sena. Allí está Miguel García, que vive en París hace 40 años “y jamás vi nada igual”. "Es como si estuviéramos en una prisión", dijo, parado en la desolada vereda de Fajitas.
La zona está protegida por 44.000 barreras metálicas de 2 metros de altura, que rápidamente fueron apodadas “Cortina de Hierro”. Se implementaron el jueves y convirtieron el centro de la Ciudad Luz en “algo así como Guantánamo”, según García.
Las autoridades dicen que las barreras “son un mal necesario” para garantizar la seguridad de más de 100 jefes de Estado y de gobierno y 326.000 espectadores, que presenciarán lo que prometen que será una ceremonia inolvidable. Habrá 30.000 policías de guardia cada día en los Juegos.
¿Macron en submarino?
En lugar de celebrar el evento en un estadio, como en Juegos Olímpicos anteriores, el presidente Emmanuel Macron decidió organizarlo en el río Sena, que divide a la ciudad, con 7.000 atletas transportados en botes, mientras unos 3.000 músicos, bailarines y actores actuarán en los bancos del río.
Según fuentes de la organización, el presidente llegaría en un submarino por las barrosas aguas del Sena para equiparar a la reina Isabel II, que inauguró sus Juegos Olímpicos en Londres lanzando a su doble desde un helicóptero en el estadio. El submarino es una buena imagen para la crisis política que sumerge hoy a Francia, en donde Macron pide una tregua “olímpica y política” porque no consiguen formar gobierno, tras la disolución dela Asamblea Nacional por su decisión.
Los organizadores han dicho que el espectáculo del viernes será espectacular. Pero está resultando un dolor de cabeza para los jefes de seguridad, que decidieron acordonar el corazón de París para limitar el riesgo de un ataque terrorista u otro tipo de violencia.
El centro de Paris es inaccesible.
Zona roja y zona gris
Durante los ocho días previos a la ceremonia, el centro de París ha estado dividido en dos zonas: roja y gris, bajo un plan de extraordinaria complejidad burocrática, que ha desconcertado tanto a los habitantes de la ciudad como a los visitantes. Hay una zona roja donde los automóviles están prohibidos pero se permiten los peatones. Y una zona gris, donde incluso los peatones están prohibidos, a menos que tengan un código QR, emitido por la policía a quienes tienen casas, hoteles y negocios dentro de ella.
Los QR no llegan o llegan rechazados por razones que no explican. No hay interlocutor para pedir aclaraciones. Llenar la documentación es como seguir las instrucciones para viajar a la Luna. La mayoría de los turistas ignoran que deben tener un QR, lo que limita sus movimientos.
El Sena no se puede cruzar, salvo por los puentes de Sully o Notre Dame, sin QR. Eso significa que muchos restaurantes pierden sus clientes habituales. Los habitantes con dificultades de movilidad o incapacidad no pueden desplazarse fácilmente.
Tom Rouffignan es dueño de Le Cavern y padece estas arbitrariedades. Pasó de ganar 1.000 euros diarios a tener en su caja 150 euros.
“Entiendo la necesidad de seguridad. Pero realmente creo que podríamos haber tenido una ceremonia inaugural en un estadio, como lo hacen todas las demás ciudades. Habría evitado todos estos problemas”, dijo.
París desierta
Hay quejas similares de propietarios de bares, hoteles y restaurantes en todo el centro de París. Muchos dicen que las recaudaciones comenzaron a disminuir incluso antes de que se instalaran las barreras. Los parisinos abandonaron la ciudad al finalizar las clases escolares porque se impuso el teletrabajo.
Alain Fontaine, presidente de la Asociación Francesa de Maestros Restauradores, dijo que aunque se espera que 15 millones de aficionados a los deportes asistan a los Juegos Olímpicos, los turistas que París suele atraer se mantuvieron ausentes este año.
Los restaurantes, que esperaban un verano rentable se llevaron una sorpresa desagradable. "La situación es muy complicada e inesperada", afirmó. "Durante el último mes, no hemos tenido turistas ni parisinos" explicó uno de ellos.
Giusseppe, un napolitano y dueño del refinado restaurante Assaporare en la rue St Nicolas, esperará los primeros dos días del inicio de los Olímpicos. "Creo que será un fracaso completo. Cierro y me voy a Italia hasta septiembre”, afirmó. Otro de los drama es cómo conseguir que lleguen los proveedores.
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Las molestias para los comerciantes y la satisfacción de los vecinos terminarán a partir de este viernes. La prefectura asegura que una vez finalizada la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en el Sena, se eliminarán las barreras y se dejará paso a puntos de paso.
En París, las “zonas grises” del perímetro de seguridad olímpico están rodeadas de barreras y desiertas, a pocos días de la ceremonia inaugural. Una situación agradable para los vecinos pero que repercute en el número de comercios.
En su establecimiento Le Louis IX, Hélène Couret se siente muy sola. “Bienvenidos a mi restaurante... ¡Sin clientes!”, bromea. Está situado en la isla Saint-Louis, que forma parte de la zona gris del perímetro de seguridad, frente a Notre Dame, prevista antes de la ceremonia inaugural de los Juegos de este viernes.
El acceso, como en todas las orillas del Sena, está especialmente regulado, incluido un código QR obligatorio para llegar. En la capital se han instalado 44.000 barreras y diques filtrantes para controlar mejor estas zonas.
“Es una pesadilla”, continúa Hélène Couret. Según ella, "todas las tiendas cierran, una tras otra", ya que permanecer abiertas actualmente no es rentable.
Hamidou Grino es el manager del restaurante Grenier de Notre Dame. El dice una sola palabra : “catástrofe”. “No dejan entrar al cocinero!. Yo espero que el gobierno tome conciencia de esta catástrofe que han organizado .Deben encontrar una solución urgente. Todos los turistas están perdidos. No pueden llegar. Anulan la reserva”.
Una gran desilusión para los comerciantes de la zona: si bien se esperaba un aumento de la asistencia gracias a los Juegos Olímpicos, en última instancia ocurre lo contrario para los que se encuentran en las zonas grises.
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