El primer ataque directo contra Israel de Irán conmocionó a los israelíes y les produjo el temor de que se avecine una guerra mayor.
Si bien la población está acostumbrada desde hace tiempo a las sirenas, que advierten de los ataques de Hamás, apoyado por Irán, los cientos de aviones no tripulados y misiles lanzados desde Irán en la noche del sábado supusieron un nuevo elemento en los conflictos superpuestos de Oriente Próximo.
Israel informó de daños moderados el domingo después de que el ejército reportara que había derribado casi todos los más de 300 drones y misiles lanzados por Irán.
Sin embargo, el ataque conmocionó a los israelíes, cuyo ejército combatió durante años al movimiento palestino Hamás en Gaza, pero nunca entró en guerra directa con la potencia regional.
Por la noche se podían ver armas e interceptores centelleando sobre el cielo.
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"Creo que fue bastante aterrador cuando en mitad de la noche empezamos a oír estampidos y no sabíamos lo que era, quiero decir, sabíamos lo que era, no sabíamos hasta qué punto llegaría", comentó Cecile Smulowitz, residente en Jerusalén.
Enseguida, reflexionó: "Pero gracias a Dios el ejército israelí llegó, y hasta ahora todo está tranquilo y esperamos que siga así".
Algunos israelíes comentaron que no deseaban una escalada, pero con lo mucho que hay en juego están nerviosos, a pesar de contar con el ejército más poderoso y tecnológicamente avanzado de la región.
"Realmente espero que no haya una gran guerra, ninguno de nosotros en Israel quiere una gran guerra así que espero que eso sea todo, y espero que Irán se detenga ahora", indicó Jeremy Smith, de 60 años, residente de Tzur Hadassah.
Antes del ataque iraní, las autoridades israelíes habían ordenado a la población que no celebrara grandes reuniones, el cierre de todas las escuelas y lugares de acampada infantil durante la festividad judía de Pascua, y el cierre de algunos lugares de playa y turismo.
"No queríamos la guerra con Hamás, ellos nos atacaron. No queremos una guerra con Irán, ellos nos atacan", planteó Amy Friedlang Morgans, residente en Jerusalén de 71 años.
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