En el día de San Francisco de Asís, publicó la exhortación apostólica “Laudate Deum” (Alaben a Dios), actualización de su encíclica Laudato Sí de 2015, sobre el cuidado de la casa común.
Ocho años después de su encíclica “Laudato Sí”, primer documento en el que un pontífice puso bajo el foco el cuidado de la casa común –texto que fue estudiado en universidades de todo el mundo y que influyó a la COP21, la cumbre sobre el cambio climático de París de 2015–, el papa Francisco volvió a la carga. Alarmado por esos fenómenos extremos que se dieron en los últimos ocho años en todo el mundo, decidió actualizar “Laudato Sí”.
En un nuevo documento, la exhortación apostólica “Laudate Deum, a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”, publicada hoy, fiesta de San Francisco de Asís y en vista de la COP28 de Dubai de fin de año, lanzó un nuevo grito de alerta. Denunció la incapacidad de los responsables políticos de implementar las medidas necesarias para frenar la crisis ambiental, los escasos resultados de anteriores cumbres e instó a los líderes globales a la acción porque nos encontramos en un “punto de no retorno”.
En “Laudate Deum” (Alaben a Dios), un documento de 12 carillas y 73 puntos –mucho más corto que “Laudato Sí”–, Francisco una vez más recordó que son los más pobres y vulnerables quienes sufren los efectos del cambio climático. Citando a obispos africanos, consideró que el cambio climático pone de manifiesto “un impactante ejemplo de pecado estructural”.
Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos[alertó]“Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos. Por eso sabemos que cada vez que aumente la temperatura global en 0,5°C, aumentarán también la intensidad y la frecuencia de grandes lluvias y aluviones en algunas zonas, sequías severas en otras, calores extremos en ciertas regiones y grandes nevadas en otras. Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5°C, del cual estamos cerca?”, se preguntó.
“Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2°C, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos”, agregó.
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