A cinco años de la tragedia aérea del Chapecoense
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Unos 17 días antes de la tragedia del Chapecoense, la Selección Nacional podría haber protagonizado un siniestro similar ya que, al arribar a Ezeiza, al avión de LaMia solo le quedaba combustible para 18 minutos más de vuelo.
El lunes 28 de noviembre del año 2016, el avión que transportaba a los jugadores y cuerpo técnico del equipo brasileño, junto con periodistas e invitados a la final de la Copa Sudamericana que se disputaría en Medellín (Colombia), se quedó sin combustible y se estrelló en el Cerro Gordo, a unos 19 kilómetros al sur de la pista donde debía aterrizar.
Eran las 21:59 (hora local) del lunes 28 de noviembre de 2016, y la dramática comunicación entre Yaneth Molina, la controladora que estaba en la torre del Aeropuerto "José María Córdova" y el capitán Miguel Quiroga, a cargo del vuelo 2933, que transportaba a los jugadores y cuerpo técnico del Chapecoense de Brasil, anunciaba con crudeza la tragedia que se produjo instantes después.
La aeronave, de la compañía LaMia (proveniente de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) se quedó sin combustible por una negligencia criminal del piloto quien, además, era copropietario de la compañía que operaba el avión. El mismo, terminó estrellándose, con sus motores y luces ya apagadas, sobre el Cerro Gordo, a casi 20 kilómetros de la pista donde debía aterrizar.
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Crónica de la tragedia
Esta fatídica historia cumple hoy cinco años. Se trataba de la primera final de la historia del Chapecoense, cuya sede se encuentra en Chapecó, estado de Santa Catarina (Brasil) fue fundado el 14 de mayo de 1973. Hasta 2009 jugaba en la Cuarta División de ese país, pero tras sucesivos ascensos, en 2016 iría por su primer título.
El miércoles 23 de noviembre de ese año, en su estadio (Arena Condá), empató 0-0 con San Lorenzo y avanzó a la final de la Copa Sudamericana, donde se mediría con Atlético Nacional de Medellín. El primer partido se jugaría en el estadio Atanasio Girardot (Medellín, Colombia) el 30 de noviembre siguiente, y la revancha el 7 de diciembre, en el Couto Pereira, de Curitiba.
La aeronave despegó de Santa Cruz de la Sierra a las 17.18 (local). En total, el AVRO partió con 77 personas: sin contar a la tripulación y otros empleados de LaMia, eran 22 futbolistas, más 23 acompañantes (entre cuerpo técnico, dirigentes del club e invitados), y otros 21 pasajeros (periodistas, relatores y técnicos de radio, camarógrafos y fotógrafos).

A las 20:15, el CVR dejó de registrar información y, las 21:36, cuando el avión estaba descendiendo a FL250 (7600 metros), sonó una alarma en el cockpit y no era cualquier aviso: les indicó a los pilotos que, como máximo, a partir de ese momento disponían de combustible para volar solo por 20 minutos.
A las 21:49, Quiroga se comunicó con la torre de Medellín: "Lima Mike India 2933; 210 (21.000 pies) en acercamiento, y solicitamos prioridad para la aproximación, señorita, se nos ha presentado un problema de combustible". El problema se agravó porque había otros aviones en patrones de espera en distintos niveles de vuelo y, uno de ellos (un Airbus A320 de Viva Air Colombia, que cubría la ruta Bogotá-San Andrés), también solicitó prioridad para aterrizar, ya que presentaba una fuga de combustible.
El avión estaba condenado. A las 21:53, el motor número 3 comenzó a apagarse y 13 segundos después lo siguió el número 4. Es decir, partir de este momento, los dos impulsores del ala derecha dejaron de funcionar. Ni siquiera ante esta gravísima situación, Quiroga informó a la torre que estaba en muy serios problemas ni la controladora (que no sabía nada de esto) logró indicar a los otros vuelos del área que despejaran el camino al LMI 2933.
A las 21:54 se activó una nueva alarma (el interruptor principal que activa todos los instrumentos y sistemas de navegación de la aeronave) y la potencia del motor número 1 se redujo del 39% al 29%. A las 21:55 se apagó el motor número 2 y, 37 segundos después, lo hizo el número 1.
Eran las 21:57 y, Quiroga, con su avión a oscuras, los motores apagados y comenzando a caer, le dijo a la controladora Yanet Molina: "Señorita, LMI 2933 está en falla… Eh… total. Eléctrica total, sin combustible". Y, a las 21:58, hizo su último pedido: "Vectores, vectores".
Menos de un minuto después, se estrelló en el Cerro Gordo, a solo 5 minutos de la pista donde debía aterrizar. Acababan de morir 70 personas (incluidos el piloto y su primer oficial). En la madrugada siguiente lo haría la número 71: el arquero Marcos Danilo Padilha, quien no superó la operación a la que era sometido y en la que ya le habían amputado ambas piernas.
Los sobrevivientes
Increíblemente, hubo seis sobrevivientes: tres jugadores (Alan Luciano Ruschel, Jackson Ragnar Follmann, y Helio Neto), la tripulante de cabina Ximena Suárez, el técnico Erwin Tumiri, y el periodista y relator Rafael Hensel.
Ruschel fue el primero en ser rescatado del lugar de la tragedia. El marcador lateral, que superó dos complejas cirugías en su columna, es el único que juega en la actualidad, en el América Mineiro del Brasileirão.
El arquero Jackson Follmann sufrió la amputación de su pierna derecha a la altura de su pantorrilla y, el marcador central Helio Neto –el último en ser rescatado–, volvió a jugar en el
Increíblemente, este Plan de Vuelo fue aprobado y, tanto el despachante, que lo presentó y firmó (aunque no aclaró su nombre), como el comandante (máximo y absoluto responsable de la operación de la aeronave) que lo avaló, consideraron que se podía emprender el vuelo hacia Colombia.

Más de 600 periodistas de 16 países asistieron al funeral, el más multitudinario realizado en la ciudad de Chapecó en toda su historia.
El sábado 3 de diciembre, por la mañana, los restos de 50 de los 71 fallecidos, arribaron al aeropuerto de Chapecó provenientes de Medellín, transportados por dos Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Brasilera, y fueron recibidos con honores militares y la presencia del por entonces presidente del país, Michel Temer, y el embajador de Colombia, Alejandro Borda.
El cortejo fúnebre (en el que tres camiones transportaron los féretros de los jugadores, cuerpo técnico, directivos y empleados del club, así como el grupo de periodistas locales fallecidos en la catástrofe aérea) recorrió la ciudad de 200.000 habitantes y luego se dirigió al estadio Arena Condá, donde se realizó el velorio colectivo bajo una lluvia torrencial.
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