¿Sartén oxidada?, la clave para limpiarla de forma segura y proteger tu salud
Recupera tus utensilios de hierro con métodos naturales y sin químicos agresivos, evitando riesgos y cocinando de forma más saludable.
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El óxido en la cocina es más que un simple problema estético: puede ser un riesgo para la salud. Cuando una sartén, especialmente las de hierro o acero, comienza a mostrar manchas de óxido.
Sin embargo, antes de recurrir a productos químicos abrasivos como la lavandina, que pueden dejar residuos tóxicos, existe una forma segura y económica de restaurar tu sartén. Al hacerlo, no solo ahorras dinero, sino que también garantizas que los alimentos que preparas no entren en contacto con superficies dañadas.
El riesgo del óxido
El óxido es óxido de hierro, un compuesto que se forma cuando el hierro se oxida al exponerse a la humedad y el aire. Si bien la ingesta de pequeñas cantidades no suele ser peligrosa, el óxido puede albergar bacterias y contaminar tus alimentos, alterando su sabor y comprometiendo tu salud.
Además, utilizar productos de limpieza fuertes como la lavandina (hipoclorito de sodio) puede ser perjudicial. Estos químicos no solo son corrosivos para la piel y las vías respiratorias, sino que si no se enjuagan por completo, pueden dejar residuos en la superficie de la sartén.
Al calentar estos residuos, se liberan gases tóxicos que pueden ser inhalados y causar problemas respiratorios. Por eso, optar por soluciones naturales no solo es más sostenible, sino que es la mejor opción para protegerte a vos y a tu familia.

Soluciones caseras, simples y sin riesgos
Afortunadamente, existen métodos que utilizan ingredientes que probablemente ya tenés en tu cocina. Estos trucos aprovechan las propiedades naturales de la sal, el limón y el vinagre para descomponer y eliminar el óxido de forma eficaz.
Frotar con sal y limón: El limón contiene ácido cítrico, que actúa como un disolvente natural del óxido. La sal, por su parte, funciona como un abrasivo suave pero efectivo. Simplemente cubrí la zona oxidada con sal gruesa y exprimí el jugo de medio limón encima.
Dejá que la mezcla actúe durante un par de horas para que el ácido disuelva el óxido. Luego, frotá con una esponja o un estropajo suave hasta que las manchas desaparezcan. Este método es ideal para sartenes de hierro fundido.
Papel de aluminio y agua: Este truco puede parecer inusual, pero es sorprendentemente efectivo. Arrugá un trozo de papel de aluminio hasta formar una bola, humedecela ligeramente y usala para frotar las zonas oxidadas.
El aluminio es más blando que el hierro, por lo que actúa como un abrasivo fino que elimina el óxido sin rayar la superficie de la sartén. Es una excelente opción para utensilios de acero.

Remojo en vinagre blanco: El vinagre es conocido por sus propiedades de limpieza debido a su acidez. Sumergí la sartén en un recipiente con vinagre blanco o una mezcla de vinagre y agua. Dejá la sartén en remojo durante varias horas (o incluso toda la noche si el óxido es profundo).
La acidez del vinagre reaccionará con el óxido, ablandándolo y facilitando su remoción. Después, solo tendrás que frotar con una esponja para eliminar los restos.
Una vez que la sartén esté limpia, es fundamental secarla por completo para evitar que se vuelva a oxidar. Si es de hierro fundido, se recomienda aplicar una capa fina de aceite para curarla y protegerla del futuro daño.
El Litoral

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