La Navidad presenta una variedad de tradiciones. La más famosa de ellas es la decoración del árbol en los hogares. Altos, pequeños, de plástico, naturales, vestido de diferentes colores, su aspecto varía según el gusto personal. Pero, ¿Dónde surgió esta costumbre?
Según algunos relatos, todo comienza en las celebraciones ancestrales que se realizaban para la llegada del solsticio de invierno. Los romanos durante las Saturnales decoraban con ramas de algún árbol de hoja perenne, como una señal de que pronto se acercaría la primavera. Los celtas decoraban los robles con frutas y velas. Para ellos esto significaba asegurar el regreso del Sol y de la vegetación.
Los orígenes se remontan en Alemania
Alrededor del año 723 el misionero inglés San Bonifacio interrumpió un sacrificio pagano que involucraba un roble dedicado a Thor, el dios del trueno. Bonifacio clavó un hacha en el árbol y, al no suceder nada, proclamó: "Este pequeño árbol será su árbol santo esta noche (…) reúnanse en torno a él en sus hogares; allí habrá regalos amorosos y ritos de bondad". A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad.
Posteriormente, en el siglo XVI el teólogo alemán Martín Lutero colgó por primera vez velas encendidas en un árbol; en un intento de recrear las estrellas brillantes del cielo nocturno. Hábito que los alemanes decidieron replicar.
Se extendió a otros países
Con los movimientos migratorios esta costumbre empezó a propagarse por varios rincones del continente europeo.
En Inglaterra, la reina Victoria y su esposo, el príncipe Alberto (de origen alemán) popularizaron la tradición entre los británicos. El fenómeno trascendió en 1848, cuando la revista Illustrated London News publicó una ilustración de la familia junto a un pino decorado.
De este modo, los británicos y alemanes llevaron la tradición a Norteamérica y a mediados del siglo XIX comenzó a usarse en el resto del continente.
¿Cuándo llegó a Argentina?
De acuerdo con el relato que trascendió, en nuestro país la costumbre de armar el árbol navideño se remonta al siglo XIX. Un inmigrante irlandés llamado Michael Hines habría sido el impulsor de esta tradición.
Se dice que un 24 de diciembre de 1828 salía de la casa del irlandés una luz intensa. Resulta que la fuente de este resplandor era un árbol de Navidad, adornado con un sinnúmero de velas encendidas y diversos adornos.
El Litoral
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