¿Qué es el “speed-watching” y cómo afecta a la salud?: la tendencia que acelera contenidos y desacelera al cerebro
Cada vez más personas reproducen videos y audios a mayor velocidad para “ganar tiempo”, pero especialistas advierten que este hábito deteriora la atención, altera el aprendizaje y afecta la salud emocional.
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En un contexto donde la información circula a un ritmo vertiginoso, se volvió cada vez más común acelerar audios, videoclases, series y tutoriales. Esta práctica, conocida como speed-watching, crece especialmente entre los jóvenes como una forma de “optimizar el tiempo”, evitar la sensación de perderse algo y mantenerse al día. Pero detrás de esa aparente eficiencia se esconden impactos negativos tanto en la cognición como en la salud emocional.
Los expertos explican que este hábito surge como una respuesta a la sobrecarga informativa y al FOMO (fear of missing out), el miedo permanente a quedar afuera de lo que sucede. El cerebro, expuesto a una cantidad creciente de datos, intenta adaptarse, pero termina enfrentándose a sus propios límites: procesa más rápido, pero entiende menos.
Cómo afecta el speed-watching al cerebro
La atención sostenida necesita pausas, ritmo y tiempo, algo que desaparece cuando la información llega a una velocidad mayor a la habitual. Según los especialistas, al acelerar los contenidos aumenta la exigencia de novedad y disminuye la capacidad de concentración profunda.
En estudios realizados en entornos educativos se observó que, si bien los estudiantes pueden mantener una comprensión razonable hasta 1.5x, la retención cae drásticamente cuando se supera el 2x. La carga cognitiva se dispara, el cerebro se satura y se obtiene una ilusión de eficiencia, pero no una verdadera mejora en el aprendizaje.
La aceleración constante también empeora el rendimiento en tareas de memoria inmediata y afecta la consolidación de la memoria a largo plazo. En adultos mayores, el impacto es aún más notorio: aparecen déficits marcados en comprensión y retención.
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Aunque ver o escuchar contenidos a 1.25x o 1.5x puede ser útil en algunos contextos, los especialistas advierten que el uso excesivo altera funciones cognitivas esenciales como la concentración y la atención sostenida.
Impacto emocional: ansiedad, frustración y pérdida de disfrute
El speed-watching no solo afecta la cognición. Los expertos advierten que este hábito puede modificar la manera en que una persona se relaciona con el tiempo y con el disfrute. Al acostumbrarse a recibir estímulos acelerados, disminuye la tolerancia a la espera, aumenta la ansiedad y surge la necesidad de consumir más contenido en menos tiempo.
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Esta dinámica también puede generar frustración, ya que nunca parece ser suficiente: se busca más, pero se obtiene menos satisfacción. Ese círculo refuerza un comportamiento compulsivo donde el cerebro se vuelve menos capaz de disfrutar actividades lentas o procesos que requieren calma.
“Para aprender y consolidar información, el cerebro necesita pausas, repeticiones y tiempo”, subrayan los especialistas. El speed-watching elimina justamente esos momentos claves para la memoria y el bienestar

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