¿Qué dijo el fundador de Rapanui sobre el divertido comentario de Cristina Kirchner sobre su marca?
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El empresario contó cómo se enteró del “blooper” de la vicepresidenta y señaló que tiene buen paladar.
Este jueves el Senado dio media sanción a la "ley pandemia", que delega facultades al presidente y fija las restricciones en todo el país en base a criterios sanitarios. Pero la escena que se viralizó en las redes sociales se dio al terminar la votación, cuando se escuchó a Cristina Kirchner preguntar: "¿A qué hora cierra Rapanui?".
En las últimas horas, el dueño de la cadena de chocolates y helados hizo referencia al comentario que hizo Cristina sin advertir que aún tenía el micrófono abierto.
Video: "¿A qué hora cierra Rapa Nui?
https://youtu.be/0CloNoAmO_0
Rapanui se convirtió en tendencia en Twitter y Diego Fenoglio, fundador y dueño de la marca, opinó al respecto.
En diálogo con Radio Con Vos contó como se enteró, “El celular sonaba y sonaba. Cuando lo agarro, veo que había cientos de mensajes de gente que me comentaba lo divertido que fue que, en plena sesión del Senado, la vicepresidenta nombre a la marca. Fue algo que me resultó rarísimo, al principio no entendía qué había pasado”.
Fenoglio evitó hacer un comentario de índole política sobre Cristina Kirchner y celebró que consuma los productos de su marca: “Nosotros somos amplios y todos los que quieran consumir nuestros productos, nosotros fascinados. Siempre intentamos hacer un mejor producto. Me encanta que le guste porque se ve que tiene buen paladar también”.
Además reveló que no es la primera vez que la marca tiene contacto con dirigentes políticos: “Cuando yo tenía 12 o 13 años trabajaba con mi padre y él me mandó al hotel donde estaba el presidente Arturo Frondizi. Le di una caja de chocolates. Esa fue la primera experiencia que tuve”.
Uno de los gustos de helado más pedido de Rapanui es el Giandui
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Consultado sobre qué regalo le haría a Cristina Kirchner por la exposición que hizo de su marca, Fenoglio sostuvo que de eso se encargaría un integrante de la familia que también trabaja en la firma. “Eso se lo voy a dejar a mi hija que está en todo lo que es marketing. La verdad es que no pensé en qué regalo, pero igual es una situación que ella [por la vicepresidenta] no hizo a propósito”.
El chocolatero contó también la estrategia que empleó al desembarcar en Capital Federal con su marca barilochense: “Abrí el primer local, que quería que todos estuvieran escondidos, no sobre avenidas principales, con grandes luces. Como estrategia de marketing lo que hice fue esconder los locales para que, si a la gente le gustaba el producto, nos recomendaran. O sea, todo lo contrario de lo que me pasó esta vez”, explicó, en referencia a la notoriedad que tomó su marca tras los dichos de la vicepresidenta.
Fuera de la anécdota con la dirigente, Fenoglio opinó sobre el Impuesto a las Grandes Fortunas, sancionado en diciembre.
Tras aclarar que lo había pagado, Fenoglio fue contundente: “Nosotros pagamos todos los impuestos que nos dicen que hay que abonar, también entiendo que haya gente que no lo puede pagar. No me pongo a discernir si está bien o está mal, creo que si en este momento sirve para pagar planes sociales, la pandemia o comprar vacunas, bienvenido sea”, concluyó.
Rapanui: La historia
La historia de Rapanui nos lleva a principios del siglo XX, la tierra de la mayoría de nuestros abuelos y bisabuelos. Allí, en Italia, vivía Aldo Fenoglio, que conocía y sostenía a la perfección la tradición familiar de sus ancestros: la elaboración del chocolate artesanal.
Esta idea fue transmitiéndose de generación en generación, marcando una de las características principales que logra perdurar en el tiempo hasta la actualidad.
El abuelo Aldo Fenoglio vivía en Torino (Italia). Antes de la segunda guerra mundial ya trabajaba en la creación de finas exquisiteces de chocolate artesanal que los habitantes de su ciudad degustaban cotidianamente con singular aprecio. Trufas, bombones y otras delicias, que sus manos y las de los integrantes de la familia elaboraban con dedicación, cuidando al detalle la composición de sus recetas y la estética de cada producto. Aldo era un ser exigente y perfeccionista, a quien lo hacía feliz el sólo hecho de ver a sus clientes disfrutar en cada bocado.
El abuelo vivía en la Italia feliz, el Torino de los gianduiots, de los sabores, del chocolate artesanal y de los tartufos. Hasta que en el año 1939, la guerra, casi sorpresivamente para los soñadores, puso fin al paisaje y al placer. En medio del conflicto, encontró el amor, se casó con Inés y como muchos de nuestros ancestros, tuvo que emigrar, llevando consigo las maletas cargadas de tradición chocolatera.
El gran viaje marcó un paréntesis en la vida de Aldo Fenoglio, pero la continuidad del legado no había desaparecido en absoluto, a pesar de todo, sólo quedaba por delante un “volver a empezar”.
Aldo e Inés Fenoglio llegan a San Carlos de Bariloche en el año 1948, con sus conocimientos a flor de piel y la pasión renovada. Se instalan por primera vez en la aldea de 10.000 habitantes, que crecía plenamente en esos años, y donde también habían encontrado el paisaje de su pueblo natal. Eligen un lugar sobre la calle San Martín 66 y en él instalan la primer chocolatería artesanal de Bariloche, llamada Tronador.
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La alta calidad de sus recetas chocolateras los colocaría en un lugar de renombre. Esto iniciaría otra nueva etapa en sus vidas. Los conocimientos que sus padres y abuelos le habían transmitido anclarían para siempre en el corazón y en el paladar de sus clientes.
La empresa familiar crecía rápidamente, los años pasaban y dos de sus tres hijos, Diego y Laura Fenoglio, comenzaban a participar en la elaboración del chocolate artesanal.
Diego con 18 años de edad, mostraba un interés especial, con un perfil muy similar al de su padre, detallista, exigente y dedicado, quien forjaría el nuevo y renovado camino de esta tradición chocolatera.
En los años venideros, la empresa se elevaría gracias a su calidad, a un lugar quizás no imaginado. Más adelante el tamaño de su producción la colocaría en el lugar de líder en chocolate artesanal de toda la región y el país. Es así que Diego, con los conocimientos heredados, su valioso legado y la experiencia acumulada durante décadas, decide iniciar una nueva empresa chocolatera en la ciudad, y así nace Rapa Nui chocolates.
En 1996, continuando con la antigua tradición Fenoglio y respetando y revalorando la calidad por sobre todas las cosas, inaugura Rapanui Chocolates, con un local de elaboración y venta en la calle Mitre al 202, en Bariloche.Una marca que encierra “la historia” de fidelidad y amor por el chocolate artesanal y la tradición familiar.
Así como Diego Fenoglio se integró a este mundo chocolatero junto a sus padres; también sus hijos, Leticia y Aldo Fenoglio, se sumaron al equipo de trabajo, para continuar con el legado familiar.
En 2012 Rapanui llega a Buenos Aires, abriendo un local en Azcuénaga y Arenales. Y fue así como muchos consumidores fueron disfrutando sus riquísimos chocolates y helados y durante 2015, Rapanui abre siete nuevas casas, una marca, sino que encierra la historia y la calidad de la elaboración del chocolate artesanal Rapanui, en un slogan representativo que dice “Excelencia, desde el origen” y es esto lo que quieren transmitir en cada detalle, día tras día, de generación en generación.
Rapanui, “Excelencia, desde el origen”, desde los abuelos y la mejor semilla de cacao.

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