Qué dice la psicología de quienes lavan el auto y de quienes no lo hacen nunca
Esta actividad es una rutina para muchos, pero puede ocultar señales de alerta sobre el bienestar emocional.
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El lavado del auto es una actividad común para muchas personas y algunos lo consideran una tarea semanal más. Sin embargo, cuando esta limpieza se transforma en una obsesión, los especialistas en psicología advierten que podría haber motivos más profundos detrás de este hábito repetitivo.
Para algunos, el acto de limpiar y dejar el vehículo reluciente representa un refugio. Esta rutina puede ofrecer una sensación de control y orden en medio de la cotidianidad, que a menudo se acompaña de caos.
Según los expertos, concentrarse en actividades repetitivas y concretas ayuda a calmar la mente y proporciona una sensación de seguridad. Además, el lavado del auto puede simbolizar la necesidad de renovar o limpiar aspectos personales, laborales o emocionales.
Según la psicoanalista Adriana Guraieb, el acto de lavar el auto —o dejarlo sucio— no es solo una cuestión de higiene, sino una proyección de nuestro mundo interno. Desde la etimología latina, "auto" significa "yo mismo", lo que invita a preguntarnos: ¿Qué estamos depositando en ese vehículo?
Guraieb explicó que lavar el auto con frecuencia puede estar ligado a una búsqueda de orden o perfección. Sin embargo, no debe confundirse con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). "El perfeccionista es exigente, quiere el auto impecable y punto. Pero quien padece TOC no puede parar, es una compulsión. No queda satisfecho porque intenta limpiar algo que siente como impuro en su mente o emociones", señaló. Este comportamiento trasciende el auto y se refleja en otras áreas, como la ropa o los utensilios del hogar, consumiendo un tiempo excesivo en limpiar lo que ya está limpio.
En el extremo opuesto, quienes descuidan el auto, permitiendo que acumule suciedad, podrían estar proyectando un estado de desinterés personal. "En términos generales, puede indicar un proceso de autoabandono o un inicio de un estado depresivo, donde la persona descuida su cuidado personal, su entorno y sus objetos", afirmó Guraieb. Este descuido no es solo estético, sino un reflejo de cómo la persona se percibe a sí misma.
La frecuencia con la que se lava un auto depende de su uso: si se transita por el campo, la ciudad o si permanece guardado. Para Guraieb, la normalidad se define por el criterio de la mayoría: "Un auto en condiciones de ser habitado, sin olores fuertes, sin suciedad acumulada y con vidrios que permitan ver hacia afuera, es suficiente". Pulir cada rincón o lavar repetidamente, en cambio, puede ser un síntoma de algo más profundo que merece atención.
Muchas personas buscan mantener su vehículo impecable como una forma de proyectar una imagen perfecta ante los demás o incluso ante sí mismos. Un auto limpio se convierte así en una extensión de la autoestima y del deseo de aceptación social.
Hay varias claves psicológicas que pueden estar detrás del lavado excesivo del auto. En primer lugar, la búsqueda de control se presenta como un factor importante. Cuando la vida parece desbordarse, un auto limpio puede representar un pequeño territorio donde "todo está bajo control". En segundo lugar, el perfeccionismo juega un rol crucial; para algunos individuos, no hay margen de error y el vehículo debe estar perfecto, al igual que otros aspectos de su vida.
La ansiedad y el estrés también se relacionan con este comportamiento. La repetición del acto de limpiar funciona como un mecanismo para reducir la ansiedad y encontrar calma. Asimismo, la necesidad de aceptación social se manifiesta en la idea de que un auto reluciente puede ser visto como una carta de presentación que evita críticas o juicios por parte de los demás. Por último, el cuidado del vehículo a menudo refleja el cuidado personal y la valoración propia.

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