“No estás mal, solo funcionás distinto”: la psicología explica por qué algunas personas no disfrutan recibir visitas
La psicóloga Marian Rojas lo resume en una frase viral: “Deja de disculparte por necesitar silencio”.
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En tiempos donde la hiperconectividad parece obligar a estar siempre disponibles, no disfrutar de recibir visitas puede generar culpa o incomodidad. Sin embargo, especialistas en salud mental advierten que esta sensación es mucho más común de lo que se cree y no tiene nada que ver con la falta de empatía o afecto, sino con una necesidad de protección emocional.
La psicóloga Marian Rojas, conocida por sus conferencias y videos en YouTube, lanzó una frase que se volvió viral: “Deja de disculparte por necesitar silencio”. Sus palabras resonaron en miles de personas que sienten que abrir las puertas de su casa no siempre es sinónimo de bienestar.
El hogar como refugio emocional
Según Rojas, hay quienes encuentran en su casa un espacio sagrado de calma, donde no se sienten obligados a sostener conversaciones ni a cumplir con expectativas sociales. Desde una mirada psicológica, este comportamiento está vinculado con la personalidad introvertida, que —como explicó Carl Jung— necesita soledad y silencio para recargar energía, a diferencia de los extrovertidos, que se nutren del contacto social.

“No estás siendo egoísta, estás siendo sabia”, sostiene Rojas, al remarcar que negarse a recibir visitas no es rechazo, sino una forma de cuidar la propia energía.
Decir ‘no’ también es autocuidado
En una cultura que valora la disponibilidad constante, la psicología advierte que intentar complacer siempre a los demás puede llevar al agotamiento. “Decir no a una visita no significa rechazar a alguien, sino priorizar tu bienestar”, explica Rojas.
Este tipo de límites forman parte del autocuidado emocional, una práctica cada vez más promovida por los terapeutas. No se trata de aislarse, sino de reconocer cuándo se necesita descanso y silencio.

Algunas estrategias que recomiendan los especialistas son:
- Comunicar con honestidad: decir “hoy no puedo” o “necesito descansar” sin culpa.
- Crear espacios de pausa: reservar momentos del día solo para uno mismo.
- Escuchar al cuerpo: no forzar reuniones cuando la energía está baja.
El valor de la autenticidad
Aprender a respetar la necesidad de calma puede ser un acto de valentía. “No hay una única manera de relacionarse con los demás”, subraya Rojas. Mientras algunos encuentran consuelo en la compañía, otros hallan paz en el silencio. Ambas formas son válidas y merecen respeto.
Para quienes deseen modificar gradualmente esta conducta, los expertos aconsejan hacerlo con pequeños pasos, como invitar a una sola persona en lugar de a un grupo, para no generar una sobrecarga emocional.
El mensaje final de la psicología es claro: no hay nada de malo en preferir la tranquilidad del hogar a las visitas constantes. No es frialdad ni desinterés, es una forma de autocuidado y equilibrio emocional.

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