Misterio resuelto, ¿por qué muchos tiran hojas de laurel sobre las brasas del asado?
Arrojar hojas de laurel a las brasas —al inicio del fuego o durante la cocción— es una práctica habitual en varias parrillas.
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Detrás del gesto conviven un aporte aromático real y creencias simbólicas que le dan un valor ritual al asado.
El aroma que deja el laurel
Uno de los motivos más sólidos para usar laurel en las brasas es el aporte gustativo. Cuando las hojas se calientan, liberan aceites esenciales que el humo puede impregnar en la carne, generando un matiz aromático extra.
Pero ojo: el truco está en la moderación. Si se usan muchas hojas o en el momento equivocado, el sabor puede alterar lo justo y volverse excesivo.
El laurel como ritual y símbolo
Más allá de lo culinario, muchas de estas prácticas arrastran un componente esotérico:
Las hojas de laurel se usan en rituales de abundancia, protección y limpieza energética.
En algunos casos, quienes realizan el gesto sugieren esperar que el fuego prenda primero y luego arrojar el laurel, repitiendo “gracias” tres veces como manifestación de gratitud o pedido simbólico.
El laurel tiene historia simbólica: en la mitología griega y romana fue símbolo de gloria, victoria y pureza.
Cabe aclarar que estas creencias no tienen respaldo científico, son más bien parte del folclore de los parrilleros y de las prácticas populares.
Cómo aplicarlo correctamente
Para quienes quieran sumar el laurel a su técnica (más por sabor que por rito), estas recomendaciones pueden servir:
Esperar a que el fuego esté activo —sin ser una llama devoradora— antes de arrojar las hojas.
Usar pocas hojas: así el humo aromático entra sin abrumar.
Colocarlas de forma intermitente, junto a los cortes de carne, para que el humo vaya impregnando de a poco.
Evitar que el aroma se vuelva demasiado intenso, lo cual puede dejar un gusto amargo o extraño.

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