El martes, el país se despertó con mucha ilusión y energía para apoyar a la Selección Argentina. Pero los ánimos se apagaron con la sorpresiva derrota, y las caras largas acompañaron el resto del día. ¿Por qué lo vivimos así?

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Con la ilusión un poco apagada, pero la mirada puesta hacia adelante y sin perder las esperanzas. Esos fueron los ánimos de muchos una vez finalizado el debut de Argentina en el Mundial de Qatar 2022.

Héctor Sierra es secretario académico de Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales, director de la Licenciatura en Psicología y presidente del Consejo Universitario Rafaelino. En charla con este medio, brindó herramientas para comprender este comportamiento de los argentinos.

El profesional comenzó explicando que la depresión es la primera consecuencia de un estado de frustración. Sin embargo, aclaró que el título depresión es demasiado grande para hablar de esta situación particular. En realidad, “hay tristeza, enojo, desilusión”.

Además, hay que entender esta cuestión futbolera en un contexto mucho más amplio. “Situaciones de pobreza, la sensación de que no hay futuro, que lo que viene es peor. En ese contexto, el fútbol aparece como una situación mágica que pueda aportar una cuota de alegría”, explicó Sierra.

“La desilusión es mayor cuando se depositan tantas expectativas, y algo que solemos hacer los argentinos que es subestimar al rival. Era el más débil, el rival para lucirse y, de golpe, la catástrofe”, comentó. Muchísima gente lo vive con gran desilusión, teniendo en cuenta que siempre el impacto es mayor cuando no se está preparado para recibirlo.

“Íbamos tan seguros a una victoria fácil que después terminó siendo una derrota catastrófica. El fútbol tiene tanto impacto porque tal vez sea el más democrático de los deportes ya que trasciende las diferencias sociales. En un país que vive confrontaciones fuertes, con divisiones importantes, uno de los factores que nos unifica es la Selección de fútbol”, aclaró ‘Pachu’ Sierra.

¿Cómo afrontar esta angustia?

“Como afrontamos cualquier situación de desilusión”, afirmó. “Creo que hay diversas vías, la racionalización es una forma, la otra es la negación. Básicamente, esos son los mecanismos más frecuentes”.

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La mufa y las cábalas

La cábala es el mejor ejemplo de lo que llaman pensamiento mágico. “Alguien supone que si hace tal o cual cosa va a influir con el resultado. Es creer mágicamente que si repite tal ritual va influir en el curso de los acontecimientos. Eso es parte de la condición humana”.

“Cuando uno reza y le pide a Dios que lo ayude a resolver un problema personal, eso es pensamiento mágico también. Todas las creencias religiosas tienen que ver de alguna manera con el pensamiento mágico”, dijo.

Al respecto, aclaró que a veces esos rituales ayudan a que una persona esté mejor. “Si yo creo que cuando me muera me voy a encontrar con mis seres queridos, sirve. Al que cree, le sirve un monto”.