Invierno: Cómo lavar chaquetas y abrigos
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Sacar estas prendas del lado oscuro del clóset, el baúl, o donde sea que hayan pasado los últimos seis meses, es tan fundamental como lavarlas.
¿Por qué es tan importante hacerlo? “Porque los ácaros y la acumulación de polvo hacen que las telas adquieran un mal olor”
Ahora, lavar chaquetas y abrigos no es tan simple como hacerlo con una polera o un poleron de algodón, prendas que basta echar en la lavadora, programar el ciclo correspondiente y voilà. El asunto tiene sus complejidades. Y si es así se debe a dos factores, principalmente, que podríamos catalogar de internos y externos.
Entre los internos, consideramos los materiales con los cuales se confeccionan generalmente los abrigos y chaquetas: el tipo de tela, su grosor, lo delicado de su entramado y de sus accesorios; características que demandan ciertos requerimientos para un lavado efectivo que no implique un daño sobre las prendas.
En tanto, los factores externos se refieren tanto a los productos que se utilizan para llevar adelante el lavado —el tipo de detergente y si utiliza o no suavizante— como al rol que puede jugar el clima en todo esto. Y seamos claros: no es fácil lavar ni secar en medio del frío y la lluvia.
Temperatura:
Si el agua está demasiado fría “puede resultar más difícil que se disuelvan los detergentes y se elimine la suciedad y las manchas de las prendas”. Pero ojo, que la idea no es utilizar agua hirviendo ni muy caliente, ya que puede derivar en problemas. “Puede dañar ciertos materiales o telas, provocando la decoloración de las prendas”, por ejemplo.
Húmedad:
Tanto en la intemperie como al interior del hogar, las prendas tardarán más tiempo en secarse adecuadamente después del lavado. Esto puede afectar a cualquier tipo de ropa, pues muy probablemente se generarán malos olores debido al desarrollo de moho o bacterias. La humedad, incluso, puede provocar “deformaciones en las prendas si no se secan adecuadamente”. Todas estas amenazas son mucho más sensibles en el caso de ciertas chaquetas y abrigos, sobre todo de aquellas que no son impermeables y están hechas con materiales gruesos que retienen por más tiempo la humedad. Un secado relativamente rápido es fundamental, en estos casos.
Viento
Las corrientes de viento pueden ser un gran aliado para secar ropa en un día frío, sobre todo cuando se vive en departamento y no se tiene acceso a un patio en el cual colgar la ropa recién lavada. La falta de viento, en cambio, puede hacer más largo el período de secado, con el riesgo de que ello termine provocando la aparición de moho, bacterias y malos olores sobre las prendas. Pero el viento no siempre jugará a favor. Y puede hacerlo bastante en contra, sobre todo si arrastra polvo y suciedad en suspensión del ambiente, “lo que podría afectar la limpieza de las prendas recién lavadas”.

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