Por Francisco Peretti
Sinceramente no me esperaba la película que ví.
Desde chico sigo el mundo de los comics, sea Marvel, DC, Image, Dark Horse, Valiant o la empresa que tenga a mano, sin importar temática, sin importar formato. Hay que tener en cuenta que acá en Argentina no es tarea fácil ser fan de un contenido que muchas veces es complicado de acceder, pero aún así, tenemos la posibilidad de que eventualmente nos lleguen adaptaciones de forma animada o, aún mejor, al cine.
Por eso aunque suene poco creíble ya que el director viene pegando un hit tras otro, entré a la sala con muy pocas esperanzas que lo que estaba por ver esté a la altura del material original. Rogué que por favor, James Gunn no haya perdido el toque.
Después de puntos bajos para el Universo Cinematográfico Marvel llegamos a encontrarnos con una tremenda propuesta que nos deja reflexionar sobre cuestiones cercanas a nosotros. Nos habla sobre lo que es familia, sobre lo genuino en lo que amamos y sobre todo (como nos marca la escena que abre con Creep de Radiohead sonando de fondo), sobre pertenecer. Sobre cuál es nuestro lugar en el mundo, de donde venimos y hacia dónde vamos.
El público general sufre un agotamiento notorio hacia las películas de superhéroes, y es innegable que la fórmula que fue de gran éxito durante todos estos años hoy ya resulta grosso modo previsible, cansina y aburrida. El espectador hoy ya está de cierta forma cansado del esquema héroe que se encuentra de forma sorpresiva en una historia que termina disolviéndose en un team-up sorpresa con una gran pelea con efectos especiales de calidad dudosa.
Pero, acá no es el caso.
Acá se nos muestra que todavía queda espacio para mostrarnos ocasiones donde los personajes chocan con sus propios valores y motivaciones que justamente llegan a probar el temple de esas habilidades que nosotros los espectadores desafortunadamente no tenemos.
Hacía rato que una película de superhéroes no golpeaba ciertas fibras sensibles, y finalmente se nos muestra que una película para los chicos, grandes y la familia no tiene que ser necesariamente infantil. Obvio, a veces la película va por comedia condimentada con algún que otro momento absurdo, pero golpea en misma medida que el dolor y la tragedia nos lleva por la narrativa.
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Sin contar mucho de la historia, en esta ocasión se nos muestra un viaje para salvar a Rocket, después de que algo que sucede en la película anterior los alcanza a los Guardianes en su nueva base. Toda la travesía pasa por lugares icónicos donde se nos va mostrando de a poco la historia del integrante (del que nos enteramos progresivamente) más inteligente del equipo.
El villano es un punto altísimo de la película, pocas veces sucede que el espectador espera con tantas ganas que lo encuentren y lo detengan como en este caso. Lejos está el villano magnánimo y solemne como lo fue Thanos, para traernos una maldad que roza la locura, una locura sumamente humana y, aunque retorcida, entendible.
Para finalizar, desde la redacción recomendamos ver el Especial de Navidad disponible ya en Disney+, que actúa explicando algunos puntos que si bien no son necesarios para disfrutar la película nos ayudan a hilar algunas tramas secundarias.
Sin volver demasiado al tema, entré al cine con expectativas que aunque no bajas, no eran demasiado altas, porque convengamos que Marvel estaba experimentando un camino pedregoso de momentos de menor calidad, pero fue una sorpresa admirable. Un perfecto final para esta saga, en donde no nos vamos con una gran explosión sinó con una melodía, una que escuchamos de vuelta, desde hace 9 años.
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