Femicidios: "Estamos frente a un default de las políticas públicas protectoras", alerta Dora Barrancos
La sociolota, especialista en género, sostiene que hay una "proactividad antigénero" desde la gobernanza nacional. "No se trata de falta de recursos, sino de una decisión política de no poner recursos en estas áreas", advierte.
Este martes la ciudad de Santa Fe se vio conmocionada por un nuevo femicidio. En horas de la madrugada, una mujer de 45 años fue asesinada por su ex pareja en una vivienda de barrio Loyola Norte. El lunes, una mujer de 35 años fue brutalmente atacada por su ex pareja, quien la esperó a la salida del edificio donde vive, en calle Francia al 2700. Y una tercera fue asesinada en Reconquista. Son tres casos en dos días, que se suman al reciente y resonante femicidio en Córdoba.
Dora Barrancos reflexionó, en una entrevista con El Litoral, sobre la violencia de género. Barrancos es socióloga, historiadora, investigadora principal del Conicet y especialista en género e historia de las mujeres. Fue directora del área de Ciencias Sociales y Humanidades del Conicet y reconocida por el Senado Nacional por su trabajo en igualdad de género, entre otros reconocimientos.
-¿Qué factores explican este recrudecimiento de la violencia de género?
-Todo esto es complejo, pero el factor principal tiene que ver con el cambio rotundo de óptica por parte del Estado nacional. Hay un cambio absoluto, regresivo. Antes teníamos políticas de equidad de género y ahora, el propio concepto de género es denostado, desterrado. Y además se propone una "batalla cultural" contra todo lo que tenga que ver con la perspectiva de género.
Qué decir frente a esta atmósfera asfixiante: no sólo es negligencia, sino que es "proactividad antigénero" desde la gobernanza para defenestrar, arrollar todo lo que tenga que ver con la especificidad de la violencia ejercida contra las mujeres, las niñeces y las disidencias sexogenéricas. Es un principio que tiene la extrema derecha en todo el mundo. No se trata de falta de recursos, sino de una decisión política de no poner recursos en estas áreas. A las pruebas me remito: Argentina se ha retirado de foros internacionales que abordan la violencia contra las mujeres.
-Sumado a que se cerraron programas nacionales…
-Todos los programas se cerraron. Quedaban unos 6 ó 7 que sobrevivían con subejecución. El único que tiene algún efecto directo es la Asignación Universal por Hijo (AUH), que se entrega a las mujeres.
-En muchos de los casos recientes las mujeres habían denunciado, tenían botón antipánico o perimetrales y nada las protegió. ¿Qué falla?
-Ahí está la cuestión porque esos son actos burocráticos, pero no tienen políticas consecuentes de amparo. A Luna (víctima de femicidio en Córdoba) no le sirvió tampoco el botón de pánico que tenía. Porque no hay prevención real, amparo mayor. Los depredadores, los agresores insistentes, son los que deberían tener las pulseras electrónicas, no ellas, no las víctimas. Hay experiencias judiciales valiosas, como en Monteros, Tucumán, donde se ordenó una restricción perimetral de más de 500 kilómetros al agresor en una comunidad muy chiquita. Son excepciones, pero es lo que hay que hacer. Esas son medidas y necesitamos creatividad, sobre todo, para prevenir.
Estamos frente a un default de las políticas públicas protectoras. Falta prevención, sobre todo en el sistema educativo. Los hogares pueden tardar en cambiar, pero las escuelas deben alertar, enseñar, desmontar estereotipos. No basta con la ESI, necesitamos una educación vertebrada en la igualdad de género.
Violencia transhistórica e intrínseca
-Para explicar una vez más ¿Por qué la violencia contra la mujer no es igual que cualquier otra forma de violencia?
-Primero, porque es una violencia transhistórica y es intrínseca al sistema patriarcal. El patriarcado es estructuralmente violento, simbólicamente violento, y refuerza las hegemonías económicas y sociales. Los feminismos se han empeñado en trastocar y transformar ese orden.
Esta violencia tiene contenidos inconscientes, del orden simbólico, que se transmite como una calcomanía. Nuestra sociedad ha cambiado mucho, pero el sistema patriarcal no ha sido eliminado. Todavía sigue habiendo valores, condicionantes y ejecutores misóginos. Y a esta gobernanza se le hace inadmisible aceptar que hay un sistema patriarcal.
-¿Qué piensa de los discursos que desde las altas esferas responsabilizan al feminismo por los femicidios?
-Es una calamidad, un escándalo. Sería como decir que quien se insurge contra la esclavitud es responsable de la retaliación que va a recibir. Si así concibiéramos a la humanidad, imagina cómo estaríamos. Es un pensamiento autoritario y desquiciado. En cualquier orden -doméstico, laboral o institucional- culpar a la víctima por responder o rebelarse, decir "se la buscó, tiene su merecido", es inaceptable.
"Efecto demostrativo"
-¿Puede un caso tan mediático como el de Luna en Córdoba generar una especie de "efecto contagio"?
-Lamentablemente puede haber cuestiones de ese orden, pero solo si existe atmósfera para contagiar. Si hubiera mitigantes sociales y políticas públicas activas, ese efecto no prosperaría. En sociología es lo que llamamos "efecto demostrativo". Por eso es fundamental reaccionar con acciones concretas que contradigan esos gestos.
Pero si hay desde arriba autorizaciones verbales o físicas, si se niega el término "femicidio" -como hace la ministra que nunca usa esa palabra-, se alimenta el efecto demostrativo. Argentina retrocedió incluso en su compromiso con los tratados internacionales, desde la Convención de Belém do Pará. Además, nosotros tenemos la modificación completa del artículo 80 del Código Penal.
-¿A qué atribuye que algunas mujeres nieguen la existencia del patriarcado o las desigualdades de género?
-Depende de los contextos, porque no hay "una" condición femenina, es múltiple. Hay mujeres que rechazan la idea misma de que estemos bajo la férula de un sistema patriarcal y se disponen a doblar la apuesta patriarcal.
Simone de Beauvoir, en "El segundo sexo", hace una apreciación filosófica -que tiene su asidero en el existencialismo- y dice que las mujeres, cuando se insurgen, están en una situación de "trascendencia", potente, de decir "esto no va más".
Lo otro es permanecer en la "inmanencia", es decir, en un estado de sumisión que les da cierta seguridad. "Soy infeliz, pero tengo marido", "tengo alguien que me sostiene", "me descalifican pero me traen flores". Esa conciencia acrítica hace que muchas acepten la subordinación; hasta que alguna vez algo sacude esa subjetividad.
Mariela Goy - El Litoral

Para comentar, debés estar registradoPor favor, iniciá sesión