El Día Internacional de la Mujer se conmemora el 8 de marzo por parte de las Naciones Unidas desde 1975, que había sido declarado por esta organización supranacional como Año Internacional de la Mujer.
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Pero el origen histórico lo encontramos en varios focos en diferentes años y en distintos países, siendo el sufragio femenino o la mejora de las condiciones laborales algunos de los grandes logros que se pretendían conseguir cuando comenzó a instaurarse esta jornada reivindicativa.
Evolución histórica del Día de la Mujer
Aunque estrictamente no está vinculado a la conmemoración de la jornada (que como veremos posteriormente comienza en el siglo XX), habría que apuntar a la relevancia de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana.
En el marco de la Revolución Francesa, la escritora y filósofa gala Olympe de Gouges se inspiró en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 para realizar su adaptación, un alegato en favor de las reivindicaciones femeninas y en pro de la universalización real de los derechos humanos.
Esta declaración supuso un hito al tratarse de uno de los primeros documentos históricos que propugnaba la equiparación jurídica y legal de las mujeres con respecto a los hombres.
A lo largo del siglo XIX, y con especial incidencia en Estados Unidos y Reino Unido, el movimiento sufragista fue avanzando en la lucha por el sufragio femenino, como su propio nombre indica. Un derecho que se fue alcanzando mayoritariamente a lo largo del siglo XX, como veremos más adelante.
Conmemoraciones previas a la declaración oficial de la ONU
Según recoge la página web de la ONU, la primera celebración del día de la mujer se dio el 28 de febrero de 1909, cuando el Partido Socialista de América designó esta jornada en recuerdo de la huelga de las trabajadoras del textil en Nueva York el año anterior.
Precisamente en ese periodo de tiempo, concretamente el 25 de marzo de 1911, y también en la Gran Manzana, se produjo otro hito de relevancia para esta jornada: el incendio en una fábrica de confección de camisas en el que fallecieron casi 150 trabajadores, en su gran mayoría mujeres, que no pudieron abandonar el lugar al estar las puertas cerradas con llave.
En esta tragedia se sitúa una de las posibles razones del color morado como símbolo, al presuntamente generarse humo de este color por los tejidos que ardieron. Un extremo que no está confirmado, aunque sí parece que el color lila era el mayoritario en las telas utilizadas en la fábrica.
Sea leyenda o no el color del humo, lo que está claro es que la magnitud de la tragedia supuso un antes y un después en la lucha por la mejora de los derechos laborales de las mujeres y se trata de un suceso íntimamente relacionado con las reivindicaciones relacionadas con el Día de la Mujer.
¿Por qué el 23 de febrero es el 8 de marzo?
Aunque esto pueda parecer confuso, vamos a intentar explicarlo.
También en la década de los años 10 del siglo XX, concretamente en 1917 y en el marco de la Revolución Rusa, las revueltas contra los zares y a favor del final de la I Guerra Mundial, desembocaron en una huelga femenina que bajo el lema Pan y Paz se desarrolló entre los días 23 y 27 de febrero… según el calendario juliano.
Esto es, entre el 8 y el 12 de marzo del calendario gregoriano que se utilizaba en el resto de Europa. Un calendario que la URSS adoptó en 1918, pero eso es otro cantar…
Por esta razón, y a propuesta de Alexandra Kollontai, la Unión Soviética pasó a considerar el 8 de marzo como fiesta oficial, aunque laborable, yendo un paso más allá en 1965: el día pasaba a ser además no laborable.
Evolución del sufragio femenino
Una de las grandes reivindicaciones históricas vinculadas con el Día de la Mujer, así como uno de los síntomas de avance hacia mayor igualdad en la sociedad, es el sufragio femenino.
De hecho, en Copenhague en 1910 cientos de participantes se reunieron en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (la primera había sido en 1907) y decidieron organizar esta jornada de manera anual para reforzar la lucha por el sufragio femenino.
Un derecho que las mujeres habían conseguido por primera vez en la historia en Nueva Zelanda a finales del siglo XIX, concretamente en 1893. Aunque lo cierto es que hasta 1919 se mantuvo la prohibición de ser elegidas para un cargo público.
En 1906, Finlandia se convertía en el primer país del mundo en el que las mujeres podían ser elegidas para el parlamento. Además, al permitir también el voto, el país nórdico (que por entonces formaba parte del Imperio Ruso) pasaba a ser el primero europeo en el que las mujeres podían votar.
En 1929, Ecuador hacía historia al ser el primer país de América Latina en permitir votar a las mujeres.
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