Se llama 1917, fue nominada para el Oscar y contiene elementos únicos que la hacen impactante.
Muchos son los que se sorprenden al ver que una película de nombre raro, con actores poco conocidos, es la número uno de Netflix y se mantiene en las preferencias. Se llama 1917, es una película inglesa dirigida por Sam Mendes y en 1919, año de su estreno en los cines, fue nominada para el Oscar a Mejor Película.
El film, que puede calificarse como una walking movie por su continúa dinámica de caminantes, está protagonizada por George MacKay y Dean Chapman, dos actores poco conocidos en este lado del planeta, lo que no incide porque, pese a sus notables actuaciones, el gran valor de la película es otro.
Su director cuenta que gran parte de la trama está inspirada en historias que le contaba su abuelo paterno, Alfred Mendes, quien había protagonizado la dureza de la Primera Guerra Mundial, un conflicto de trincheras donde los hombres eran carne de cañón.
El gran atractivo de esta película son sus escenarios, dos soldados que caminan por la geografía devastada de un campo de batalla y atraviesan la tragedia cargados de temor y valentía en pesos similares.
Desde que comienza hasta el final, es casi imposible dejar de verla y disfrutar de la cruda similitud con la realidad de una guerra que tienen las escenas que se suceden sin pausa de asombro, con una dinámica permanente apenas interrumpida por momentos de extrema conmoción emocional.
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