“No estoy para realizar trabajos de albañilería, pero tampoco estoy para mirar tele todo el día, por eso, decidí anotarme en un curso de electrónica del automotor”, contó Ángel Aliberto, quien vive en la provincia de Mendoza.
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Ángel Aliberto tiene 82 años, vive en la localidad mendocina de La Colonia, y toda su vida, hasta hace dos años, estuvo abocado al trabajo de campo y también a la albañilería. Cansado de estar sin hacer nada en su casa, el hombre, motivado por su sobrino, decidió ponerse a estudiar. “Ya no estoy para realizar trabajos de albañilería, realmente es muy duro y sacrificado, pero tampoco estoy para mirar tele todo el día, por eso, decidí anotarme en un curso de electrónica del automotor”, comentó Ángel.
Su historia fue destacada por la Escuela Newton de San Martín donde, todos los sábados por la mañana, realiza el cursado de Electricidad y Electrónica del Automóvil. Allí, las autoridades expresaron: “Queremos destacar al alumno Ángel Gabriel Aliberto, que a sus 82 años, decidió volver a aprender, un ejemplo de perseverancia, esfuerzo y superación. Felicitaciones!“.
“No sabía nada de este reconocimiento. La verdad es que no creo que sea para tanto, igual, agradezco a todos por la paciencia porque ya a mi edad no todo fluye como cuando era joven”, comentó Ángel. Desde chico, Ángel aspiró a crecer y ser independiente. Ya a los 19 años les dijo a sus padres que se iría a la Ciudad de Junín para trabajar junto a un primo que era chapista, pero la respuesta fue negativa.
“Mi madre no quiso que fuera para no poner en compromiso a la familia”, recordó y agregó que, desde entonces, su vida estuvo dedicada al campo, a trabajos en la viña. Sin mucha suerte para el amor, por cuestiones que prefirió preservar, Ángel contó que no logró formar pareja ni tampoco tuvo hijos. “He sido muy chambón en el amor”, dijo entre risas. Así fue como siempre se dedicó a trabajar y trabajar. “Luego de analizar a las mujeres, he llegado a la conclusión de que ellas viven más porque están todo el tiempo en movimiento, nunca paran”, comentó y argumentó sus ganas de seguir en actividad.
Hace un mes comenzó a estudiar porque siente que quiere hacer algo. La albañilería ya le resulta pesada y, los trabajos de electricidad del automotor los podría realizar sin inconveniente. “El único problema que tengo es que siento que soy medio lento respecto a mis compañeros. Ellos son jóvenes, chicos de entre 20 y 25 años, uno solo creo que tiene 40, y la energía y capacidad de ellos no es la mía”, expresó. A la hora de hablar sobre las dificultades que encuentra en el cursado, Ángel refirió que como no pudo completar sus estudios Secundarios (sólo tiene Primario) le cuesta mucho comprender algunas consignas.
“Me tienen mucha paciencia, pero me resulta un tanto incómodo, ya que retraso la clase. Sé que los chicos no se quejan, pero igual siento apuro”, comentó y agregó que “el próximo sábado tendrá su primer examen y estoy nervioso por lo que implica volver a estudiar y rendir”. Pese a lo que él dice sobre su comportamiento en clase, sus compañeros manifestaron estar sorprendidos no sólo por su edad, sino por el compromiso y las ganas de estudiar que tiene.
“A pesar de que le cuesta un poco llevar el ritmo, nos detenemos a ayudarlo”, comentó uno de los estudiantes y agregó que, en los momentos libres, Ángel les cuenta anécdotas de cuando era joven y los incentiva a seguir estudiando. “La verdad que es un tipo sabio al que le hemos agarrado bastante cariño”, expresó uno de los compañeros de Ángel. Luego de una vida no muy agraciada, por diferentes situaciones, este hombre confesó estar feliz y haber sido muy feliz durante toda su vida.
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“Hemos tenido muchos momentos de sufrimiento en el campo, sobre todo, cuando la piedra o la helada nos llevaba toda la producción, pero mis padres siempre se volvieron a levantar y así nos criaron. No puedo quejarme de la vida que logré y aunque no formé pareja ni tuve hijos, algo que me hubiese gustado, siento que he sido feliz”, contó Ángel y como deseo pidió vivir tantos años como su madre y su padre que murieron con 92 y 85 años, respectivamente.
El Sol de Mendoza.