El diputado fracasó y no puede ganarse la confianza de Javier Milei. Pretendía ocupar un cargo decisorio en el área de Turismo. Manejo del Improtur, Parques Nacionales y áreas de Cultura bajo la égida sciolista.
En el dinámico escenario político argentino, una nueva trama de poder y ambiciones se desarrolla detrás de las escenas del gobierno de Javier Milei. Fuentes cercanas al ex presidente Mauricio Macri indican que están promoviendo activamente a Hernán Lombardi para algún puesto pero fracasaron. El diputado PRO fue figura en el gobierno macrista y luego conocido por los “flota flota” en pandemia.
Macri, cuya influencia política sigue siendo considerable, buscaba posicionar a Lombardi en el Instituto Nacional de Promoción Turística (Improtur), así como en áreas vinculadas a los parques nacionales y la cultura. Este movimiento pretendía fortalecer la presencia de sus aliados en posiciones críticas e influir en la dirección de políticas públicas clave. Pero hasta ahora no tuvo suerte con el economista.
Apoyos
Lombardi, quien ya ha declarado públicamente su apoyo a las políticas de Milei, enfrenta, sin embargo, una resistencia significativa. Su gestión anterior, marcada por críticas en cuanto a la eficiencia y resultados, ha dejado una sombra de duda sobre su idoneidad para un rol de tal magnitud en el nuevo gobierno. La propuesta de Macri choca con los planes de otra figura: Daniel Scioli.
Scioli, actualmente al mando de la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes, ha consolidado su posición como un pilar en la administración de Milei, gozando de la plena confianza del presidente y del Ministro de Interior, Guillermo Franco. La firmeza de Scioli y su control sobre áreas clave relacionadas con el turismo y la cultura hacen de él un oponente formidable a las aspiraciones de Lombardi.
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El choque entre estas dos figuras resalta las complejidades y las luchas de poder internas que suelen caracterizar los primeros días de un nuevo gobierno. Por un lado, Lombardi busca reivindicarse y volver al centro de la escena política a través de un cargo que le permitiría manejar importantes áreas de influencia cultural y turística. Por otro, Scioli defiende su territorio, respaldado por su historial y la confianza depositada en él por los funcionarios del actual gobierno.
Este enfrentamiento no es solo una disputa por posiciones gubernamentales; es un reflejo de las dinámicas de poder, alianzas y estrategias que definirán la dirección y la eficacia de la administración de Milei. Mientras Macri intenta asegurar un espacio para sus aliados y su visión dentro del gobierno, Scioli se erige como guardián de los intereses actuales, marcando un límite a la influencia de figuras de administraciones pasadas.