Personal policial lo rescató cuando estaba a punto de arrojarse a las aguas del río Salado. Fue trasladado al hospital Cullen para su atención.
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Durante la tarde del lunes el añejo Puente Carretero fue escenario de un suceso dramático. Su protagonista fue Gerardo (39), un hombre que hasta hace poco tiempo se ganaba la vida como remisero.
De la situación se tuvo conocimiento pasado el mediodía cuando personal de la Subcomisaría 15ta. fue comisionado al citado viaducto tras recibir un alerta de la Central 911 dando cuenta por una tentativa de suicidio.
Al arribar al puente, los uniformados encontraron a un hombre apoyado sobre uno de los pilares, vestido con ropas oscuras, visiblemente afectado emocionalmente y con claras intenciones de arrojarse al agua.
Los oficiales Intentaron dialogar con él para evitar que se tire al río, pero su negativa persistía dejando en claro su drástica decisión.
Por fortuna, a medida que el diálogo avanzaba, los agentes fueron ganando la confianza del hombre y descendieron hasta el pilar donde se encontraba donde lograron asegurarlo, evitando así una tragedia.
"No quiero vivir más"
Gerardo, en medio de la crisis, relató su calvario. Dijo que había trabajado como remisero en Santo Tomé, pero su vehículo se incendió por completo, dejándolo sin su fuente de ingresos. Como si eso no fuera suficiente, la separación de su esposa y el haber quedado en situación de calle terminaron de hundirlo en la desesperación. "No quiero vivir más", manifestó con desconsuelo.
Con la intervención de los agentes y la llegada de una unidad sanitaria, el hombre fue trasladado al hospital Cullen para la atención pertinente. Para tal fin se solicitó una ambulancia, mientras que los otros oficiales realizaron el acompañamiento.
En las diligencias posteriores las policías intentaron contactar a la expareja del hombre, quien fue informada de la situación vía telefónica. Aunque no pudo acudir al hospital en ese momento, manifestó que se encontraba trabajando y aclaró que su relación con dicha persona había concluído.
El caso de Gerardo es un triste reflejo de cómo la pérdida del empleo, la ruptura familiar y la precariedad económica pueden llevar a una persona a tomar decisiones desesperadas.
Fuente: El Litoral