PROVINCIALES

El 42% de los santafesinos está endeudado: algunos de ellos, por compra de alimentos

Una encuesta a cargo la Defensoría del Pueblo de la provincia de Santa Fe y la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL reveló cómo se endeudan los santafesinos.

Un relevamiento sobre el grado de endeudamiento de las familias santafesinas arrojó algunos resultados preocupantes. Entre ellos, que el 41,8% de los hogares relevados se encontraban endeudados al momento de la encuesta en mayo, un porcentaje que asciende al 45,4% si se considera como periodo de tiempo el último año, llegando incluso al 50% de los hogares de nivel socioeconómico bajo.
"El endeudamiento no es de ahora, sino que en realidad ya viene siendo una cuestión habitual de todos los sectores sociales. Lo que nos llama la atención es ese dato, además del cómo me endeudo y para qué me endeudo, dependiendo del sector social al que pertenezca. En el caso de los sectores más vulnerables, se endeudan básicamente para cubrir alimentos. Y eso es sumamente preocupante", consideró Liliana Dillon, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
La encuesta se realizó durante las últimas dos semanas de mayo sobre un universo de 421 casos en personas mayores de 18 años y la llevó adelante el Observatorio Social de la UNL, encomendada por la Defensoría del Pueblo de la Provincia.
Con respecto a los medios por los cuales los santafesinos toman deuda, Dillon dijo que en los sectores más vulnerables "no es con tarjeta de crédito o con alguna entidad financiera, sino de manera más informal. Y esa informalidad también implica una mayor tasa de interés que las que se pagan en los medios más formales, a través de las entidades financieras reconocidas".

Para qué se endeudan

En promedio, los santafesinos encuestados se endeudan para: pagar ropa y calzado (23,3%); alimentos (19,7%); para pagar deudas previas o tarjeta de crédito (16,9%); para arreglos del hogar o el auto (16,9%); para pagar impuestos o servicios (15,7%); para pagar medicamentos (10,9%) y para expensas, cuotas de colegio o prepagas (7,8%).
En los estratos medios o mejor posicionados económicamente, se usan más las tarjetas de crédito y las billeteras electrónicas. "Lo cual no significa una falta de riesgo, porque el hecho de pagar el mínimo de la tarjeta, que es alguna de las cosas que también se visibilizan, implica que la deuda empieza a tener intereses que se capitalizan y eso genera un efecto de bola de nieve, del cual es difícil luego salir cuando no se modifican los patrones de comportamiento", destacó la decana de Ciencias Económicas.
De todas formas, aclaró que el endeudamiento en esos sectores medios y altos tiene que ver más con el consumo de bienes de consumo durable: calzado, indumentaria, algún electrodoméstico, reparación de un inmueble o incluso la adquisición de un vehículo. "Entonces es diferente el patrón de consumo al del estrato más vulnerable porque claramente cualquier indumentaria es un bien va a durar más allá de las cuotas en las que lo están pagando. En el caso del alimento, no; entonces esa deuda de esos sectores es preocupante", reiteró la decana.
En los hogares de nivel socio económico más bajo, el endeudamiento por pago de alimentos aparece en primer lugar con un 23,8%.

Vuelta del fiado y sus riesgos

Dillon indicó que otra de las cuestiones que apareció en el relevamiento es la vuelta del fiado. En cuanto a cuotas o medios alternativos de pago, la Defensoría destacó que el último año, el 77,2% de los encuestados pagó en cuotas, se endeudó con un familiar, con el trabajo, con el almacenero o con una financiera.
"El fiado es un concepto que hace mucho tiempo teníamos internalizado, porque no existían las grandes cadenas ni los grandes supermercados. La vuelta del fiado hoy nos dice dos cosas. Primero que se regresó a comprar al comercio de cercanía: la despensa, el pequeño supermercado, el mercadito, el kiosco que tiene proveeduría. Esto es porque en las situaciones de crisis aparecen las terceras y cuartas marcas y estas se insertan en esos lugares de distribución", destacó Dillon.
La decana advirtió que esto plantea otro problema a futuro: "Si a ese endeudamiento y fiado no lo puedo pagar, no solamente queda comprometida la familia que incumple su deuda, sino también el mercado, el almacén, el supermercado, que no tiene forma de tener ingresos para poder reponer esa mercadería. Y lo que ya nos pasó en la historia argentina es que estos comercios de cercanía terminan cerrando, no solamente dejando de abastecer a la familia que es la dueña del comercio, sino muchas veces dejando de ser dador de trabajo".

Mínimo de la tarjeta: parar la bola de nieve

En promedio, aproximadamente 6 de cada 10 hogares (58,2%) utilizó tarjetas de crédito para pagar en cuotas durante el último año. Al día de hoy el 20% continúa endeudado en ese formato.
Sobre el pago mínimo de la tarjeta, al que muchos apelan por estos tiempos, Dillon advirtió: "En algún momento hay que parar la pelota y decir: esta es mi situación, estos son mis ingresos actuales, esta va a ser mi perspectiva de ingreso futuro ¿Cómo hago para parar esa bola de nieve?, ¿Cómo ajusto, si es que puedo, mis niveles de consumo? Es decir, hay que hacer planificación financiera. Claramente una canasta básica no se puede sustituir, pero por ahí planificar las cuotas que quedan y parar con los consumos que sí puedo. Es importante reconocer el problema y entender que la inercia nos lleva a más problemas todavía".
Otro dato revelador del relevamiento es que un 22,6% de los encuestados desconoce el valor de la siguiente cuota que le corresponde a la tarjeta de crédito. "Esta es una de las cosas que más nos alertó porque es tanta la falta de planificación financiera que la gente no sabe cuánto le va a venir de resumen. Como que no sumara todas las deudas, porque se puede tener una parte en la tarjeta, otra parte en el fiado, otra parte en un local de ropa y así. Entonces, no sabe qué esperar".
-¿Esto nos está hablando de falta de educación financiera entre los argentinos, un tema que viene desde la escuela secundaria ya?
-Esa es la famosa educación financiera que nos está faltando. Por eso es importante trabajar codo a codo con las políticas públicas, desde la cuestión de formación básica en la primaria y en la secundaria, aquello que nos va a organizar. Todo ese presupuesto que uno piensa que lo hacen las grandes empresas o las pymes, en realidad cualquier familia debería poder hacerlo para ordenarse, para ser previsible, incluso para saber si puede o no puede ahorrar, para pagar deudas o para irse de vacaciones.
También es cierto que en la vorágine del incremento de precios tan altos como el que estábamos acostumbrados hace unos meses atrás, esa situación y la rapidez en la que los precios empiezan a comportarse, hace que actuemos con mayor desprolijidad. No podemos dimensionar qué es caro y qué es barato, no podemos dimensionar qué es mucho y qué es poco, no nos acordamos del precio del mismo producto del día de ayer. Escenarios turbulentos hacen que a veces tomemos decisiones apresuradas y esto es normal. El tema es ver en qué momento eso nos empieza a afectar a nuestro nivel de vida, a los compromisos que ya asumimos y hasta dónde podemos reducir algunos consumos. Y empezar a ver dónde estamos parados, porque es cierto que hoy hay una desaceleración real de la inflación. Ver dónde nos dejó esto y qué hacemos de ahora en más.

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