La marca más reconocida dentro del segmento de amargos serranos nació en el laboratorio del rafaelino Aldo Fertonani.
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Todo comenzó con Juan Fertonani, que nació en la ciudad lombarda Mantua y a los 17 años emigró a la Argentina con su familia. Se instaló en Rafaela, donde tuvo una carrera prolífica como político llegando a ser intendente y concejal de la ciudad.
A su vez, Fertonani tenía un depósito de bebidas y licores, el cual le daría experiencia para su futuro emprendimiento. En 1930 decidió mudarse a un nuevo destino, Alta Gracia, en la provincia de Córdoba.
Ya instalado en tierra cordobesa, Juan fundó Productos Argentinos Terma en 1931. La compañía se dedicaba a envasar soda que luego su hijo, Aldo, repartía en su auto. Este último crearía después una bebida que se convertiría en la líder nacional del market share dentro de su línea.
En RADIO RAFAELA, Néstor Fertonani, hijo de Aldo, contó detalles de la historia. “Ellos tenían una sodería, ayudaban mi mamá y mi papa. Se casaron y se fueron a vivir a Alta Gracia, allí continuaron con la fábrica de soda”, contó.
Ese trabajo llevó a Aldo a tener una idea que después iba a desarrollar por varios años. “Mi papá era autodidacta y se puso a leer toda la bibliografía de bebidas. Él quería hacer un amargo analcohólico”.
El desarrollo de esa idea le llevó 13 años. “Fueron 13 años haciendo combinaciones de hierbas, mezclando yuyos y el resultado final fue el Amargo”, que se convertirá en la bebida más elegida en su línea.
El amargo más famoso
Aldo Fertonani aprovechó la materia prima de Córdoba e ideó una fórmula con hierbas serranas. Lo que seguirá siendo todo un misterio es el origen del nombre de la marca.
“No sabemos por qué le puso Terma, creo que ni él lo sabía. Más de una vez se lo pregunté y no me contestaba. Todos lo relacionaban con aguas termales, pero nada que ver”, relató Néstor.
Recordó que aproximadamente en el año ‘48 empezó a vender las primeras botellas. “Mis hermanas mayores me contaban que yo había nacido y empezaban a distribuir las primeras botellas en el camión de soda. A partir de allí, se popularizó”.
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Para el etiquetado, Aldo imaginó lo que quería representar y se lo comentó a un dibujante de Alta Gracia que vivía frente a la fábrica. Así surgió el logo original de Terma con el burrito y las bolsas de yuyo, además de la T grande fileteada.
“Cuando se popularizo la bebida y hubo una expansión industrial con embotelladoras automáticas, la primera llegó desde Estados Unidos. Fue una revolución total. Salieron a vender amigos de mi papá, aunque él no se animaba porque era una inversión grande. Tuvo que hipotecar la casa para que le dieran el préstamo y salir a vender acciones”, relató Néstor.
La venta de la fórmula
La patente se vendió a Grupo Cepas en el año 1975. “Antes, habíamos vendido miles de botellas. No quiero exagerar con una cantidad, pero era una cosa de locos”, contó.
“Tengo un profundísimo respeto por mi padre, estar 13 años porfiando con una fórmula para ver que salía de ahí. Era un autodidacta, no sabía química, no sabía nada”, cerró Néstor dejando en evidencia la gran admiración por su padre.
Con información de cronista