El Sabalero vendió cara la eliminación, dejó todo en el final a partir del ingreso de Soñora y el 1 a 1 final lo clasificó a All Boys y eliminó a un Colón que arrancó para “comerse” el torneo y la sucesión de errores lo dejó al margen del ascenso.
Para muchos fue el final anunciado. Colón hizo tan mal las cosas en la segunda parte del torneo, cometió tantos errores, que poco podía esperarse de esta “final” en la que no le quedaba otra que ganar. Incluso, el triunfo era el único resultado posible y de visitante, algo que a Colón le costó horrores más allá de ese triunfo ante el débil Almagro en José Ingenieros. Vendió carísima la derrota y lo pudo empatar, aunque era un resultado que no le servía.
La mejor impresión la dio Colón, más allá de que no hubo un dominio claro de ninguno de los dos en el primer tiempo. La movilidad de Rossi y Guille obligaron a una atención y concentración constante de los defensores locales. Lo propio pasaba con Toloza, el punta más adelantado del local.
El partido tenía intensidad de sobra, pocos espacios y una sensación de no querer darse ninguna ventaja. El muy buen trabajo de la dupla de centrales de All Boys mantenía a raya a Guille y a Rossi. Y la sensación de control mutuo se hizo evidente a medida que pasaron los minutos. Apenas un cabezazo de pique al suelo de Rossi, luego de un córner de Guille, que se fue por encima del travesaño, fue la más clara de All Boys, aunque Giménez tuvo una enorme atajada en el cierre del primer tiempo, cuando sacó un cabezazo de Calone, con la pierna derecha, cuando la pelota se le metía junto al palo derecho de su arco.
Colón arrancó con algunos problemas por el lado de Henríquez, sobre todo ante las apariciones de Salas, que se paró bien abierto, a manera de wing. Lo mismo pasaba con Calone por el otro costado, pero los aislados problemas que tuvieron los laterales se fueron subsanando con el correr de los minutos. De tal manera que el partido nunca perdió intensidad, se luchó cada pelota como si fuese la última y eso lo mantuvo vivo al partido. Pero fue sólo eso, porque costó encontrar espacios y claridad para manejar el balón. Algo que se veía venir en una cancha chica y en un partido cargado de tensión.
Los dos equipos, ante esas características y para evitar una pérdida de pelota que pudiera complicar a la defensa, emplearon el mismo recurso: saltear líneas. Se vio mucho más en All Boys, buscando a Toloza con pelotazos largos para que vaya a pelearla en el cuerpo a cuerpo con los experimentados zagueros sabaleros.
No escatimar esfuerzo, pelear cada pelota, tratar de buscar a Guille (su jugador más influyente otra vez) y no perder el orden. No le alcanzó en ese primer tiempo que se consumió con pocas situaciones claras y un interés que se centró especialmente en la intensidad y la capacidad de lucha de los dos equipos, que jugaron el partido como lo que era: una verdadera final.
Sorprendió el arranque del segundo tiempo de All Boys, porque salió a apretar a Colón como dando la sensación de querer “primerear” con un gol tomando en frio al rival. Le costó varios minutos afirmarse a Colón, que recién a los 7 minutos tuvo un córner a favor para meter gente en el área defendida por Mitre.
Hasta que el orden defensivo de los dos se quebró con el córner desde la izquierda que fue conectado de cabeza por Ferrari, uno de los mejores de All Boys para dejar sin chances a Giménez. Uno a cero con un gol de cabeza en pelota quieta, un problema de larga data durante la temporada y que no tuvo solución, complicándole la existencia en un partido que debía ganar y lo estaba perdiendo con poco más de media hora por jugar.
Osella metió a Garrido y a Neris (antes que a Toledo) por Herrera y Jourdan. Había que arriesgar, pero a Colón se le complicaba. All Boys había sido más desde el comienzo mismo de la etapa final e impedía que Colón se lo llevara por delante. Además, el reloj y su propia impotencia empezaban a convertirse en un problema para Colón, que le costaba reaccionar.
All Boys lo ganaba con justicia por lo que había realizado desde el arranque del complemento. Seguía presionando, no se metía atrás y no le daba posibilidades a Colón. Osella probó con darle un poco más de fútbol con Soñora y Taborda y eso aumentó el potencial sabalero para manejar un poco más la pelota y darle más compañía a Guille, que ya no estuvo tan solo.
Colón mejoró en la parte final con las entradas de Soñora y Taborda. Vendió carísima la derrota en la parte final. Soñora convirtió el gol del empate en una buena jugada que tuvo un final agónico por la manera en que el balón ingresó al arco. Quedó poco tiempo hasta el final y la eliminación de un equipo que no pudo detener la caída luego de un comienzo de torneo alentador que se fue desvaneciendo de manera inexplicable.
Enrique Cruz-El Litoral